El congreso está para discutir una serie de leyes que más que ayudar complican. No usan su poder para frenar que ONG se apoderen y hagan vito del dinero del pueblo sin asumir responsabilidades penales ni civiles.
Además protegen a los peces gordos que llevan fortunas ante la vista y paciencia del las cámaras del congreso. Se convirtieron en maquinarias al servicio del crimen.
El poder ejecutivo nada hace. Por el contrario mantiene y reconoce como senadores a Friedmann y Gussynky sin que ellos fueran electos y proclamados como tales haciéndose cómplice de Fernando Lugo, el preñador de menores, que hizo correr la lista para que no juren los electos y proclamados.
La SCJ hace grabar sus decisiones para la exportación. Pero no caza la matricula de abogados chicaneros ni intima a jueces y fiscales para que imputen y sentencien a los criminales para que vayan a la cárcel.