Por Rogelio A. Careaga, Ph.D. por la Universidad de Stanford
Varias son las dificultades que surgen cuando se intenta interpretar y dar sentido a los hechos del pasado. La dificultad aumenta cuando se trata de establecer la relación causal entre hechos del pasado.
Una de las dificultades se debe al cambio del significado de las palabras a través del tiempo. El estudio de la evolución de significados corresponde a la semántica. Pero además de la complicación que surge del cambio de significado de las palabras, cabe resaltar que algo escrito adquiere diferente significado debido al cambio del contexto que daba un significado específico al escrito original.
Dicho contexto puede ser cultural, político, religioso o de otro tipo. También, con el correr del tiempo, la forma o modalidad de conceptualización de algo escrito mucho antes tiende a ser diferente. Esto, creo yo, se debe a que el avance de la ciencia desplaza y reemplaza creencias y prejuicios anteriores. También, el descubrimiento de documentos o el acceso a información, no disponible previamente, pueden requerir la revisión del marco conceptual o un cambio de paradigma.
Una de las disciplinas que se ocupa del estudio de los problemas de interpretación es la hermenéutica que, según el campo de aplicación, puede ser jurídica o teológica. La primera se ocupa de la interpretación de las leyes, de fallos de las cortes supremas o de constituciones promulgadas décadas o siglos atrás. El objetivo es comprender a la luz de lo ocurrido y decido algo que preocupa al presente. La teológica se ocupa de la interpretación de los libros sagrados, como por ejemplo, la Biblia. La interpretación puede variar según el interés de quienes interpretan y del período histórico en que se realiza la interpretación.
En cuanto a la historia como disciplina, su concepción y tratamiento de personajes y hechos históricos ha evolucionado a través del tiempo. Recuerdo haber leído a Herodoto, considerado el padre de la historia, y me ha impresionado que él habla de su método de narrar los hechos. El advierte al lector que distingue entre aquellos que él mismo ha presenciado y constatado y aquellos que solo los conoce de segunda mano.
Son varios los libros sobre historiografía, entre ellos se destaca el de Collingwood, muy utilizado en universidades norteamericanas e inglesas. Un libro menos árido, que he vuelto a leer recientemente, se titula ¿Qué es la Historia?, escrito por el historiador inglés, E. H. Carr, en la década de 1950 o 1960. El profesor Carr define la historia como un diálogo entre el presente y el pasado. Esto implica que cada generación guiará ese diálogo a lo que le interesa. Como no todos los hechos entran a formar parte de la historia, la selección de los que llegan a ser considerados históricos depende del interés de la época.