Por Rogelio Antonio Careaga, Ph.D. por la Universidad de Stanford.
Así como el emperador Nerón tocaba la lira mientras Roma ardía, en nuestro país, senadores y abogados, especialistas en derecho constitucional, debaten sobre la constitucionalidad del proyecto de ley presentado por el Ejecutivo que busca sancionar a quienes violan las medidas sanitarias que protegen contra el Covid19. Mientras ellos señalan los varios artículos de la Constitución que, de ser sancionado y promulgado el proyecto de ley, violarían la Consttución, el número de contagiados y muertos, aumentan cada día más. Los médicos, enfermeras y demás personal de blanco están agotados física y emocionalmente ante la imposibilidad de siquiera poder atender y tratar de salvar la vida de tantos enfermos.
No estamos a favor de violar la Constitucional Nacional, pero tampoco estamos a favor de quedar paralizados y no adoptar y hacer cumplir las medidas necesarias para frenar el ritmo acelerado del contagio del virus y el aumento del número de muertes. Ni lo uno ni lo otro es aceptable. La discusión si sigue sin encontrar la solución a la cuestión sería similar a la escena del Titanic en que la orquesta tocaba y se cambiaban de lugar mesas y sillas mientra el barco se hundía.
El Ejecutivo y los diputados y senadores deben recurrir a los mejores juristas para encontrar cuanto antes la forma de lograr el objetivo de proteger a la población sin violar la Constitucion. Quedar paralizados ante tan grave crisis no es una opción admisible. No soy abogado, pero supongo que el derecho a la vida está por encima del derecho de circular libremente, de reunirse sin restricciones de ningún tipo y de otros derechos protegidos por la Constitución. Al fin de cuentas, los derechos constitucionales, por lo general, son reglamentados, es decir no son absolutos.