Por Cándido Silva
Transcurren 30 años del derrocamiento del general Alfredo Stroessner. Tres décadas de libertades restablecidas. Tres decenios de democracia política en plan de consolidación definitiva. Seis lustros de aprendizaje ciudadano derrochado.
Con el pase a retiro forzado del último caudillo militar, el general Lino Oviedo, en abril de 1996, tras una frustrada asonada contra el gobierno de Juan Carlos Wasmosy, el elemento castrense capitula y arría sus banderas de dominación omnipotente, sometiéndose a regañadientes al poder civil constitucional, una conquista de porte que vaticinaba la apertura de una conciencia ciudadana manumitida de la esclavitud de pensamiento impuesta por el inclemente régimen derrocado.
Sin embargo, la restitución total de los derechos fundamentales del hombre libre, no produjo la anhelada conversión que aspiraba la sociedad en su conjunto, con mayor énfasis los segmentos poblacionales menos afortunados. Es que los códigos legados por Stroessner a la clase política en materia de uso y abuso discrecional de la hacienda pública, no se desmontaron nunca, gozan de saludable vigencia, ganando en celeridad y en novedosas artimañas, pues los depositarios de los mandatos populares y sus consentidos tomaron razón de la efímera duración del poder, optando por el saqueo rápido y voluminoso.
Ante esa realidad, la ciudadanía constituida en electorado poco o nada hace para subsanar o atenuar los efectos de la contracultura de Robo al Estado, no necesariamente bajando el pulgar a los partidos tradicionales, sino exigiendo a los respectivos dirigentes la conformación de listas de candidatos compuestas por afiliados honorables, talentosos y de proficua trayectoria personal y comunitaria.
Las redes sociales, la prensa, los comentarios de salón, las manifestaciones callejeras, los cenáculos gremiales, y los coloquios privados se inundan de voces de protesta, de airada indignación, de condenas implacables a las ejecutorias torcidas de los diferentes gobiernos que sucedieron a la caída del primer artillero paraguayo.
Pero aún no se descubre medicación efectiva que sane al electorado en mayoría de esa inclinación morbosa y masoquista de dar su apoyo y confianza en las urnas a los ejemplares de siempre, los inmorales de convicción y profesión que claman en sus campañas por el sufragio de la gente, prometiendo a sus potenciales votantes transformar el país en el nirvana terrenal.
Y estos sádicos especímenes investidos de mandatarios, legisladores, magistrados, gobernadores e intendentes municipales, se solazan en estafar con sus repelentes actos a sus mandantes, esos ingenuos e incautos compatriotas suyos que se resisten a asumir con gravedad, rigurosidad y determinación su carácter de propietario exclusivo de la soberanía nacional, desalojando de las esferas gubernativas a los aventajados discípulos del hampa política.
La administración del señor Mario Abdo, con sus variedades, es en esencia calco y recreación de sus antecesores. Ofrece la imagen de un presidente de buenas intenciones y mejor voluntad, aunque inepto, maleable, irresoluto y cándido. Y ese mustio panorama no exhibe ni remotamente visos de positiva reforma. Con la trillada excusa de que “lo aprecio y confió en él”, el mburuvicha de hoy se empeña en sostener en sus altos cargos a personajes de censuradas gestiones y sórdidos antecedentes, pese a que la seguidilla de escándalos lo empujó a “renunciar” a algunos.
De empecinarse en mantener el statu quo, de no generarse cambios radicales a plazo breve, la continuidad del Sr. Abdo en la máxima jerarquía nacional se verá truncada inexorablemente en el 2020, cuando renovada la mesa directiva del Congreso un colorado ocupe la titularidad del Senado, escenario propicio que el movimiento Cartesista y la oposición, coaligados circunstancialmente, aguardan para reactivar el juicio político y reemplazar a un correligionario electo en comicios por otro ungido por sus pares parlamentarios.
El sadismo de los políticos y el masoquismo de los electores pintan con trazos elocuentes la vivencia de la colectividad local. Debe admitirse, empero, que la crítica objetiva e ilustrada ha crecido al interior de la población informada, si bien es todavía insuficiente si en serio se pretende destronar las prácticas gansteriles que inficionan el Estado.
El desbloqueo de listas “sábanas” en las primarias partidarias del año entrante constituirá la herramienta cívica desequilibrante y ansiada que empleada con inteligencia, ecuanimidad y sentido de compromiso con la patria y uno mismo, higienizará las asociaciones políticas tradicionales, redimiéndolas de sujetos despreciables habituados a aprovecharse desvergonzadamente de su rol oficial de servidor público.-
13/octubre/2019
Excelente artículo, Sr. Cándido Silva. Sin embargo, ¿cree usted, realmente, que el desbloqueo de las listas en las primarias va a resultar en un cambio importante en la calidad de los que finalmente van a integrar las listas que presentarán los partidos en las elecciones generales?
Coincido con el Dr Careaga en su calificación del artículo del Sr Silva y en su duda sobre la viabilidad de una resolución que establezca el sistema de listas abierta en las primarias de nuestro Partido.
Correligionarios interesados en el aggiornamiento de los postulados y el accionar de la Junta verían con muy buenos ojos la apertura de listas particularmente en un presente de etapa previa a las elecciones de autoridades juveniles.
La transfusión de sangre nueva sería un paso de gran importancia en el camino hacia la liberación de la ciudadanía de la caquistocracia de la que venimos siendo victimas durante las últimas décadas