Hay casos en que la justicia es implacable con los pobres, un rigor que contrasta con el trato blando que reciben los poderosos. Los dos años que un joven tuvo que esperar en prisión para su juicio porque un policía le habría plantado evidencias para agravar el delito por el cual era acusado, demuestra una vez más que frente a la ley hay ciudadanos de primera y segunda categoría. Apropiarse de botellas de agua, chapas de madera terciada o baldes de pintura se pena más severamente que robos multimillonarios de guante blanco. Aquí, un recuento de casos que evidencian esta diferencia:
Por ABC COLOR