Escribe Federico Narváez Arza
Los fundamentos ideológicos del Coloradismo estriban en el Nacionalismo, el Republicanismo y el Agrarismo, enmarcados dentro de la Democracia Social, que pasaremos a exponer someramente, así como lo haremos con los de su antagonista histórico: el Liberalismo.
El significado de la sigla ANR se fundamenta en el Nacionalismo y el Republicanismo. El primero de ellos consiste en la Doctrina o Filosofía que atribuye entidad propia y diferenciada a un territorio y a sus ciudadanos y que propugna como valores el respeto a las tradiciones, el amor al terruño, la preservación de los rasgos identitarios, la independencia, la gloria y lealtad a la considerada como Nación propia; en tanto que el segundo propone y defiende la República como el modelo correcto para un Estado fuerte, que se basa en el imperio de la Ley, la igualdad y la Democracia Social, con el fin de proteger los derechos, el bienestar y las libertades civiles de los ciudadanos.
El Nacionalismo ideológico tiene su origen filosófico en Fichte, quien formula sus postulados nacionalistas en sus “Discursos a la Nación Alemana”, como reacción a la ocupación Napoleónica que enarbolaba la ideología liberal. Se forma sobre las ruinas del Estado Feudal donde la soberanía pertenecía al Monarca, luchando por dar a los pueblos conciencia de su unidad a través de la atribución de los mismos derechos a todos los individuos haciendo que la soberanía pertenezca a la Nación, reconociendo el derecho que tiene cada pueblo a ser dueño de su propio destino sin interferencias por parte de otros Estados. Existe, pues, una contradicción insuperable entre la fidelidad a la nación, la ideología que justifica el principio de que en todo grupo humano se pueden detectar características esenciales que lo distinguen del resto de la humanidad, y el pretendido Universalismo, con su consecuencia internacionalista, de las ideologías Liberales, Socialistas o Comunistas. Pero huelga decir que el Nacionalismo Republicano no tiene relación alguna con el Fascismo o el Nazismo, porque no es imperialista, racista ni totalitario; ni tampoco está limitado a los confines nacionales del Chauvinismo (patrioterismo egoísta), pues para nosotros la nación y humanidad no son términos contradictorios, sino complementarios. El Nacionalismo de Natalicio González estuvo influido por la Action Française de Barrès y Maurras que de ningún modo era Fascista sino de un acendrado Nacionalismo.
En cuanto al Republicanismo, ello no es “sinónimo de Liberalismo”, como se ha dado en decir por algunos supuestos “ideólogos”, sino del “bien común”, que arranca de Cicerón, quien puntualizó conceptualmente el significado de “res pública” (cosa del pueblo) por oposición al Reino:“res unum” (cosa de uno) cuando dice que por pueblo debe entenderse “non omnis hominu coetus quoquo modo congregatus, sed coetus multitudinis iuris consensu et utilitatis comunione sociatus”; es decir que no es la unión de todos los hombres congregados de cualquier modo, sino la unión por el interés común y el consenso a una Ley, y añadía que “el interés que vincula a la comunidad tiene primacía sobre el individuo” (De República: T.I. p. 25); algo diferente al individualismo libertario liberal. Al destacar como elementos distintivos de la República “el interés común” y el consenso a una “Ley común”, Cicerón concluía oponiendo la República no sólo a la Monarquía sino “a los Gobiernos injustos”, a los que San Agustín llamará después magna latrocinia (grandes robos).
La vinculación del Republicanismo y la “cuestión social” estaba, pues, presente en el concepto Romano y adquiere más unidad de criterio en el pensamiento político moderno donde, con Maquiavelo primero y Montesquieu después, entre otras cosas se expresa claramente que en la República debe haber una relativa igualdad, y también virtud que lleva a los ciudadanos a anteponer el bien del Estado a su interés particular concluyendo que el orden político en el Régimen Republicano nace desde abajo, aun en medio de los disentimientos, con tal que tengan canales institucionales para expresarse. Y siguiendo estos lineamientos ideológicos, el Partido Nacional Republicano llevó siempre a la práctica la conexión del republicanismo con la preocupación por la cuestión social, como lo demuestran los ejemplos históricos que daremos más adelante.
El Agrarismo tiene su origen ideológico en la Revolución Mexicana con el precepto que: “La propiedad de las tierras y las aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional, corresponde originariamente a la nación, la cual tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares, reservándose las limitaciones que considerase necesarias a la propiedad privada en aras de la distribución de la riqueza”; también distinto al derecho de “uso y abuso” de la propiedad que reconocía el Código Liberal de Napoleón. El Agrarismo fue elevado al máximo nivel ideológico por Juan León Mallorquín, “padre de la Reforma Agraria paraguaya”, desde los comienzos del siglo XX quien dijo, en ocasión de presentar un Proyecto de Ley pidiendo la reivindicación de 260 leguas de tierras fiscales usurpadas por Barthe, Candelón y otros, en 1919, lo siguiente: “Todos tienen derecho a vivir y cada uno no debería tener sino la extensión de tierras necesarias que pueda cultivar y utilizar, según su capacidad y sus recursos, de modo que permita la convivencia social; pero no acapararla en pocas manos por el solo placer de ser gran propietario, para tenerla improductiva, negando a los demás el derecho a la existencia y libre desenvolvimiento… La realidad es que no hay tierras para millares de nuestras masas agricultoras, desamparadas y sin hogar, pero las hay en abundancia para los grandes ladrones de levita, sarcasmo cruel en que no soñarían nuestros mayores en sus delirios de patriotas, al defender palmo a palmo, con heroísmo sin igual, la integridad de nuestro suelo contra el extranjero invasor”. El ideal agrario de Mallorquín puede sintetizarse en la vuelta de todos los paraguayos a su patria, la liquidación de los latifundios y que cada campesino se convirtiera en propietario y granjero.
Sin embargo, aparte de Mallorquín, en ningún otro ideólogo colorado como en J. Natalicio González es donde ese acento agrarista es más fuerte. La frase “ideal social agrario” se repite en muchos discursos, artículos y proclamas. Según su pensamiento, el Poder del Estado debía descansar en dos sectores principales: los campesinos y los intelectuales. El Agrarismo surge de la constatación de la peculiar estructura socioeconómica del Paraguay, que exigía una respuesta inmediata, resuelta la cual se podría abordar el desafío de la industrialización. Nótese que este contenido Agrarista tiene su expresión en la valoración emotiva del «pynandy», como el actor principal del proceso político nacional.
En fin, en el origen Democrático-Social del Partido Nacional Republicano –que movió a Ignacio A. Pane a declarar que no hacía falta fundar un Partido Socialista en el Paraguay pues ya existía el Partido Nacional Republicano, reorganizado en 1908, que se ocupaba de la Cuestión Social– se observa el Conservadurismo ideológico, que nada tiene que ver con el Conservadurismo Neoliberal reaccionario de los Partidos Conservadores Europeos y Norteamericanos actuales, y surgió como respuesta al iluminismo liberal que hacía del ser humano una criatura exclusivamente histórica, negando sus valores trascendentes y hacía de la razón el metro de lo real, siendo el poder político un límite a superar, un momento represivo que no tiene realidades propias. Es por eso que el Liberalismo es internacionalista, universalista, laicista, anti-tradicionalista y considera al Estado un mal necesario por lo cual pretende reducirlo a su expresión mínima, pues se caracteriza (el Liberalismo) por una concepción para la cual el individuo y no los grupos constituyen la verdadera esencia, porque los valores individuales son superiores a los colectivos. El Conservadurismo ideológico, en cambio, es Nacionalista como se vio en la “Guerra de la Liga de Augsburgo”(1688–1697) enfrentando a Francia , la cual sería conocida en 1689, con el ingreso de Inglaterra, con el nombre de “Gran Alianza” que continuó luego contra la Francia de Luis XIV, por la “Gran Alianza Antiborbónica”, desde 1701 hasta la paz de Utrecht en 1713, cuando cobró fuerza “la política insular de los Tories con la idea de que el país nunca vería el fin de los gastos provocados por la intervención en las luchas de otros pueblos pues sentían un creciente disgusto ante la complicación de los compromisos Europeos, y como querían evitar el papel de primeras figuras en la escena internacional, se convirtieron en auxiliares en la escena nacional”(Jonathan Swift: “La Conducta de los Aliados”; Cap. VIII; Londres, 1711), es decir: Nacionalistas. Sus principios y su filosofía política están inspirados en la idea de que “el Estado debe tener un carácter fuerte y autoritario creado por encima de los Partidos Políticos que siembran la discordia entre la gente. El político ideal debe estar por encima de los intereses encarnados por los Partidos”. (“Idea de un Rey Patriota”;1738; de Henry Saint John, Vizconde de Bolingbroke, Primer Ministro Tory en 1714). Debemos destacar que la búsqueda de un Estado fuerte, con autoridad, y un férreo Nacionalismo, característicos del Conservadurismo ideológico, se notan en la mentalidad y la Política revolucionaria Social-Conservadora del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, y aún más explícitamente en Don Carlos Antonio López quien proclamó en el Congreso Extraordinario del 25 de Noviembre de 1842, donde se ratificó la independencia nacional, la siguiente declaración: “La República del Paraguay en el Río de la Plata es para siempre de hecho y de derecho una Nación libre e independiente de todo poder extraño”. Y en ningún caso se copió nada de las Constituciones Liberales que los países de América realizaban aplicadamente. Su filosofía política, que rezuma Nacionalismo y sano realismo, fue expuesta ante el Congreso Nacional el 14 de Marzo de 1854. En ella afirmó que… “No hay una sola de las nuevas Repúblicas antes españolas, a excepción del Paraguay, que, arrastrada de un inmoderado deseo de libertad que no comprendía, no se haya apresurado a establecer Leyes, llamadas fundamentales y a organizarse, dándose una Constitución. Todas éstas, teóricamente perfectas, están basadas sobre los principios luminosos y encierran las ideas más elevadas, justas y liberales; todas otorgan al ciudadano amplios e importantes derechos políticos; todas garanten los derechos primordiales del hombre, su libertad, su prosperidad, su seguridad y su igualdad ante la ley; todas están marcadas con un sello de permanencia e inmutabilidad; todas han debilitado la autoridad, y creyendo hacer difícil el despotismo, no han hecho sino facilitar la anarquía. Ninguna de esas nuevas Repúblicas ha escapado a un despotismo, más o menos brutal y sangriento, o a las revoluciones y desórdenes más o menos frecuentes, prueba incontestable de que para conservar la paz, el orden público, la libertad, se necesita algo más que Constituciones escritas y vaciadas de golpe”(Atilio García Mellid: “Proceso a los falsificadores de la Historia del Paraguay”; Tomo I; p. 289; Theoría, Bs. Aires,1964).
Y este mismo historiador argentino comenta el pensamiento de Don Carlos Antonio López afirmando que…“Era esta la teoría sensata y realista que atendía a los derechos primordiales de los pueblos, antes que a las libertades abstractas que enarbolaban los ideólogos, como una bandera de enganche y, a la par, de defraudación”. Y como colofón, López fundó el primer Periódico paraguayo titulado precisamente “El Paraguayo Independiente” se adoptó la bandera y los escudos nacionales y se entronizó el Himno Nacional. Pero López no se detuvo allí; también persiguió implacablemente a los Liberales que conspiraban contra su Gobierno y ya habían establecido en Buenos Aires una organización opositora.
Filosóficamente, el Conservadurismo partía de un límite intrínseco al hombre y veía por eso en el Poder del Estado un momento necesario de la sociedad, ligado a la perfección humana, que sin él caería en la anarquía. El Estado es el cemento de la sociedad, el gran conservador del equilibrio, y se trata de controlarlo por la Ley antes que destruirlo, como condición imprescindible de la convivencia social, “conservando las tradiciones y las conquistas sociales” –como lo expresara Ricardo Brugada (h) en la Asamblea de la A.N.R. del 9 de Febrero de 1902– buscando mejorar constantemente pero en forma paulatina, dentro del marco de una reforma cuidadosamente estudiada, sin revoluciones ni políticas de “shock”. Esto es lo que decían en épocas históricas muy distantes el Príncipe Metternich y el Dr. Federico Chaves. “Ser Conservador –escribió Metternich en 1821– no requiere volver a un período anterior, ni la reacción, sino reformas cuidadosamente consideradas. El verdadero Conservadurismo implica una política activa. Pero la reforma debe ser producto del orden y no de la voluntad; debe afirmar la universalidad de la Ley contra la contingencia del Poder” (Príncipe Metternich: Citado por Henry Kissinger en “Un Mundo Restaurado”; p. 253; Fondo de Cultura Económica; México D.F., 1973). Y Chaves, junto con Epifanio Méndez, hablaba del “orden para la libertad”. Y es también lo que entendía el General Bernardino Caballero cuando afirmaba en ese su “testamento político” que fue su Manifiesto del 11 de Agosto de 1904: “El Partido Nacional Republicano, que es la Escuela Conservadora de la política paraguaya… Nuestro Partido con el concurso de todos los intereses conservadores del país… Nuestro gran Partido netamente paraguayo…”(Manifiesto publicado en el Diario “El País”; pág. 1, año III, Nº 835; 11 de Agosto de 1904). He aquí la prueba indiscutible del origen ideológico Conservador, Republicano y Nacionalista y de Democracia social del Partido Colorado.–
Dilecto amigo y Director: Deseo aclarar que este trabajo me fue impulsado por la magnífica disquisición ideológica del TCnel. Francisco Torales Basualdo en el Artículo «LOS GRANDES TEMAS QUE ESPERAN A LA NUEVA JUNTA DE GOBIERNO» pues en rigor de la verdad, el Partido Colorado NO ES LIBERAL NI SOCIALISTA sino de DEMOCRACIA SOCIAL como ya lo desarrollé en otro trabajo publicado en EL COLORADO: «Divergencias Ideológicas con el Liberalismo y el Socialismo». Vayan pues mis felicitaciones para el distinguido Jefe Militar.-