¿Acaso el inventor de locomotoras y vagones de transporte de carga y pasajeros pensó que las postas de caballos y posadas iban a quedar sin trabajo de la mañana a la noche por causa del nuevo caballo de hierro? ¿Acaso J. Pierpont Morgan en unión a Thomas A. Edison supusieron que la electrificación del mundo iba a dejar en la calle a los fabricantes de velas y lámparas de querosén? Y así con otros inventos.
Es decir, el liberalismo económico, constituyó la palanca para que el liberalismo político colocara a un pie de igualdad a los hombres. De ahí en adelante los títulos de nobleza comienzan su marcha regresiva. Pocos midieron las consecuencias sociales del nuevo orden económico naciente. Pocos entendieron el nuevo rumbo de la humanidad.
Uno de ellos, el Papa León XIII vio el mal que contaminaba su siglo. El liberalismo económico provocaba más desigualdades que las cabezas coronadas las cuales iban cayendo a medida que el hombre encontraba su libertad, no precisamente para pasar a constituirse de Nación a Estado sino para disputar el poder a los monarcas. Así se explica que en un primer momento la revolución francesa tuviera un rumbo errático al comienzo, al extremo de confiscar bienes eclesiásticos y de la nobleza por igual aunque más tarde se coloca en el centro o a la derecha de la brújula.
A partir de ese momento el mundo del siglo XIX irrumpe con todo su esplendor y oropel contrastado con el mundo de miseria y dolor tan bien salpimentado en las entregas diarias del escritor ingles, Charles Dickens, a los diarios de su tiempo o en las novelas célebres del francés, Honoré de Balzac, por dar solo dos nombres. Ante esta irrupción sorpresiva de las cosas nuevas que llevaban al hombre a acumular riquezas pero igualmente, pobrezas, hace su aparición a finales del siglo XIX la encíclica papal de León XIII, DE RERUS NOVARUM (de las cosas nuevas)
Entrado el siglo XX aparecen los destellos más sofisticados de la revolución industrial con el telégrafo sin alambre, la aeronavegación, los barcos a vapor, las pólizas de seguros, el papel oro, el papel moneda, etc. ¿Cómo el hombre debía enfrentarse a las cosas nuevas propiciadoras del progreso y de la pobreza a la vez? Nace lo que se conoce como la CUESTIÓN SOCIAL.
El Partido colorado cae del poder en 1904. A partir de ahí su dirigencia comienza a nutrirse de las nuevas ideas políticas y económicas del siglo que se iba. Pero le quedaba como Buque Insignia, la encíclica de León XIII. Por eso un ideólogo de nuestro tiempo, Leandro Prieto Yegros, en una de sus colaboraciones a este medio, sostiene que la doctrina colorada se halla más cerca de la Doctrina Social de la Iglesia que de cualquier otra ideología. Su propio padre, en 1935, propuso a la junta de gobierno, ante la protesta por el uso irrestricto del color de nuestra bandera por los comunistas, la colocación de la estrella blanca de Belén para diferenciarnos del comunismo ateo, cosa que fue aplaudida con estruendos en la antigua sede partidaria de MBOPIKUA.
Este es el primero de nuestros artículos para las futuras conferencias organizadas por la Academia de la historia y la geografía militar del Paraguay en unión con el Centro de Estudiantes de Derecho y Notariado de la UNA al efecto de esclarecer doctrinas políticas y económicas, no tan solo de la Asociación nacional Republicana, sino las que circulan hoy día en el mundo de la cibernética.
* Miembro de número de la Academia de Historia y Geografía Militar del Paraguay