Escribe Osvaldo Bergonzi
El mundo ha sido desbordado en su capacidad de asombro. Por estos lares ya algunos comentaban en voz baja – como es costumbre – que algunos directivos del futbol compraban sanatorios, compañías de seguros, propiedades y edificios como si se tratara de la compra de galletitas. Pero cual no fue la sorpresa cuando esos cuchicheos en sordina se confirmaron.
Nicolás Leoz, se convierte de pronto en el gran protagonista, esta vez no ya del futbol del cual fue su abanderado por Sudamérica durante más de 25 años, sino de un intríngulis de corrupción en cadena que recién asoma la punta de un inmenso Iceberg que, conforme avanza, parece arrastrar a los mentados y exitosos dirigentes deportivos del planeta Tierra. Por alguna razón por poco no se sacan los ojos por ocupar altos cargos y recorren el mundo pidiendo votos.
Este desaguisado parecía apropósito para desactivar un hecho con vertiente de catástrofe a juzgar por las tapas de diarios. Un personaje del narcotráfico y lavado de dinero, vinculado a otro personaje de la mafia apodado CABEZA BRANCA con quien concursaba no solo en el oficio sino con su terrorífico mote de CHICHARÓ, irrumpe de pronto en el tinglado. Si procuramos traducir su apodo se trata de algo que se quemó o quemado en nuestra lengua vernácula.
Para proteger reputaciones este personaje recién fue expulsado de la ANR. La figura del presidente se hallaba en juego dado que se coló en Mburubicha Roga, nada menos que en su domicilio. Por falta DE CONTROL, según Javier Zacarías Irun, lo cual creemos pues en nuestro país estas cosas suceden a diario por nuestra falta absoluta de profesionalismo. Fue, Zacarías, el único que apechugó el entuerto. Su anillo de asesores se llamó a silencio como para ser mandados por la cadena en aquellos rústicos aparatos de principio del siglo XX.
Y como si todo fuera poco siguen apareciendo los agujeros millonarios en la policía donde su principal pretendía competir en riquezas con Leoz u otros exitosos. Con razón no se los atrapa nunca a los llamados del EPP. Su desaparición constituiría el final de un enorme negocio. Una olla podrida tras la otra constituye el mal del tercer mundo y no vemos una suerte de cambio para mejorar la calidad de vida de nuestro pueblo pues ya han gobernado todos los partidos y movimientos políticos en Iberoamérica.
Lo referido pareciera una ficción cuando sale con las suyas la propia institución encargada de colaborar con la ley en el perfeccionamiento de la justicia. Hace su aparición un hombre con corte de pelo con flequillos, (antes “a la garzón”) de moda entre los cantantes (antes chansonier) En nuestro caso con el titulo de CONTRALOR. Hasta el momento del escándalo se dedicaba a molestar a sacrificados servidores (de 1 millón a 5 millones) a quienes pide por poco su certificado de bautismo. Pero hace la vista gorda a los gerentes de fotocopias (30 millones, sin título) y a extrañas como sus propias tropelías de secretarias VIP con sexto grado salvado.
Pero para que seguir si lo referido no es nada en comparación con el saqueo anual escandaloso que nos propinan nuestros rotulados hermanos brasileros y argentinos. Nos roban por parte baja, entre los dos gobiernos, 4.000 millones de dólares (quitémosle mil millones) que constituye el precio de mercado de la producción de nuestra energía eléctrica y con la cual podemos solucionar nuestra pobreza y darle a nuestro sufrido pueblo lo que se merece. Son los mismos genocidas asesinos que casi nos extinguen en la guerra de la Triple Alianza hace 150 años con el tratado secreto de la traición más nefasta en nuestra historia.