Leoz, Chicharô y las piernas abiertas…


 

Leoz, Chicharô y las piernas abiertas...

 

                                         Por Miguel H. López

Es cosa e’mandinga o algo parecido… Bien sabemos que no resulta novedoso que haya numerosos casos de corrupción que salpican –bañan últimamente–  a autoridades y dirigentes de todo pelaje en el país. Sin embargo, que venga una oleada de tan variadas circunstancias y una más escandalosa que otra es como una sorpresa, que de frecuente apunta nuevamente a dejar de sorprendernos en breve.

Así, en estos días tenemos (empecemos por el último que incendió el mundo periodístico y futbolístico) el pedido de detención y extradición del ex dirigente de la FIFA Nicolás Leoz por un rosario de presuntas fechorías (entre ellas que pedía coima sistemáticamente para dar derechos de televisación de la Copa América desde 1993 a 2011 y participar del crimen organizado) que –era de esperarse– lo mandó derechito al hospital; luego el entorno del presidente de la República, Horacio Cartes, que trata desesperadamente de desmarcarse de la gravedad de haber permitido –¿permitido?– la asistencia a una reunión en casa presidencial del prófugo de la Justicia –horas después detenido– diputado colorado suplente, Rubén Chicharô Sánchez, sindicado como mano derecha del capo mafioso brasileño Luis Carlos Da Rocha, alias Cabeza Branca. Y para rematar, el millonario escándalo en la Policía Nacional con los cupos de combustibles que hasta provocó que el nuevo comandante, Críspulo Sotelo, cometiera lo que los sicoanalistas llaman –una expresión de verdadera sinceridad del cerebro– lapsus línguae: «Esta comandancia que asumimos la asumimos con todos los rigores y vamos a hacer que cumpla la ley. Por eso vamos a abrir las piernas… las puertas, perdón…».

Ya ni hablamos del resto de cosas con olor a podrido que suceden en el Parlamento, los ministerios y otros organismos descentralizados del Estado.

Cada vez con mayor desparpajo, la traición a la honestidad y al dinero de la gente se torna una suerte de deporte hasta internacional. Lo de Leoz, lo de Chicharô, lo de la Policía son sencillos ejemplos de una decadencia que terminará por arrastrar hasta al más indiferente de los mortales. Lo concreto es que no quedará nada en pie si no existe una intervención dura y aleccionadora desde alguna instancia pública. Aunque el problema es, ¿quién?

La impunidad es la madre de todos estos monstruos con cabezas de gestores, autoridades o dirigentes corruptos. O se las cortan, o quedaremos hundidos para siempre.

Nota: Una comentarista señaló a la contraloría. Pero comprendía el olvido habiendo tantas ollas destapadas a la vez.

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