Esta noticia de una alianza con liberales de su Hijo nacido, Marcos Codas, más tarde demandante éste de su padre pero reconocido por el líder del Partido colorado por allanamiento inmediato, pesó fuerte en su ánimo. La triste noticia lo descompensó al viejo caudillo de 100 batallas en víspera de un minucioso operativo político que lo llevaría al coloradismo de nuevo al poder. Sus años contribuyeron para que su muerte casi súbita se alejara de sus correligionarios en un momento crucial.
Al día siguiente, Asunción se vació. No volaba un alma. El pueblo se trasladó a la recoleta a despedir sus restos. Hasta sus enemigos de ayer, militares argentinos, le dedicaron loable halagos. Hubo tantos oradores que el regreso se realizó por la tarde con varios tranvías llevados a propósito.
Sus retoños como los hermanos Romero Pereira, Brugada, Quaranta, Irala, Moreno, Morales y el mayor Eugenio A. Garay, entre otros, continuaron con el plan y lo hicieron presidente a Pedro Pablo Peña, padre del jefe Hugo. Pero ya no estaba el viejo lapacho para dirigir la vuelta al poder con la ayuda del hijo de uno de sus coroneles durante la guerra grande.
En la efemérides coloradas mayo y febrero son los meses de Caballero, nuestro amado padre fundador, del que nunca debemos renegar como lo hizo uno de sus hijos que se hizo liberal y nunca recibió un cargo de los liberales, siquiera el de inspector de canaletas.
La ANR es una asociación de hombres libres, de lo que se deduce que sólo deben pertenecer a ella quienes así lo deseen por voluntad propia. Condenar a alguien por ejercer su derecho a escoger libremente va en contra de los valores de la ANR.