Dr. ANDRES HUMBERTO ZARACHO
La Teología de la Liberación (TL): su origen:
La TL es una corriente teológica y política que surge dentro de la Iglesia católica latinoamericana al finalizar la Conferencia Episcopal de Medellín de 1968 (Colombia). Uno de sus precursores fue el sacerdote Camilo Torres (Colombia), miembro del subversivo Ejército de Liberación Nacional (ELN) fallecido en combate con el ejército regular colombiano (1966). Su conducta fue seguida por otros sacerdotes que continuarían impregnando sus ideas revolucionarias no sólo en Colombia sino en toda América. Mientras que otros, como los españoles Gaspar García Laviana y Manuel Pérez Martínez, también empuñarían las armas y se convertirían en miembro de las guerrillas. Entre los representantes más conocidos de la TL se encuentran los sacerdotes Gustavo Gutiérrez Merino (Perú), Leonardo y Clodovis Boff (Brasil), Ernesto Cardenal (Nicaraga), Jean-Bertrand Aristide (Haití) y Fernando Lugo (Paraguay), entre otros. El primero en editar un libro sobre el tema fue Gutiérrez Merino, titulado Historia, política y salvación de una teología de liberación (1973). A la TL se lo puede identificar a partir de un análisis de las clases sociales y su relación con la pobreza. Para ello la TL recurre a los dogmas religiosos del cristianismo y a los políticos del marxismo-leninismo. Desde este enfoque Jesucristo es tenido como un “libertador” de la pobreza material.
¿Ahora bien, cómo brotó esta corriente teológica-política tan conflictiva? Para ello debemos remontarnos al Concilio Vaticano II, episodio que condujo al aggiornamento de la Iglesia Católica. Hasta entonces a los católicos se les enseñaba que su principal deber en la vida era permanecer en estado de gracia para llegar al cielo. Durante el Concilio la Iglesia aceptó humildemente su condición de “peregrina” que camina al lado del resto de la humanidad. Más adelante, en un giro radical, empezó a considerar al progreso del ser humano como algo cierto de la tarea de Dios en la historia de la humanidad.
Sus antecedentes más remotos están en Brasil, cuando en 1957 aparece en la Iglesia brasileña el Movimiento de Comunidades de Base. Otras de las causas fue la acción revolucionaria del mencionado sacerdote-guerrillero Camilo Torres. Más tarde Gutiérrez desarrolló sus ideas teológicas-revolucionarias. En 1971, junto con el teólogo brasileño Hugo Assmann, publican libros completos sobre la TI que marcaron nuevos rumbos en un sector de la Iglesia Católica. Gutiérrez definió la nueva teología como una “reflexión crítica sobre la práctica a la luz de la palabra de Dios”. Es una crítica al trato dispensado al pobre, a las estructuras sociales y a cómo operan los cristianos y la Iglesia misma. Pocas semanas antes de la reunión de los Obispos en Medellín, Colombia (1968), del cual fue uno de los consultores, Gutiérrez bosquejó una “Teología de la Liberación” en una charla en el puerto pesquero de Chimbote, Perú. En esa ocasión se usó por vez primera la expresión en América Latina.
En abril de 1973, alentado por el gobierno marxista de Salvador Allende, más de 80 sacerdotes y un centenar de laicos acudieron a Santiago de Chile para una conferencia internacional de Cristianos por el Socialismo, que contó con la oposición del episcopado chileno. En el evento estuvieron Gutiérrez, Boff, Assmann y otros teólogos de la TL. El documento final de la conferencia contiene una terminología claramente marxista, con frecuentes referencias a “relaciones de producción, apropiación capitalista de la plusvalía, lucha de clases, lucha ideológica”, etc. Se pide a los cristianos del mundo comprometerse en una lucha ideológica, identificando y desenmascarando “la manipulación de la cristiandad para justificar el capitalismo. Consideraban, sin embargo, que esto “no significa instrumentar la fe para otros fines políticos, sino más bien devolverla a su dimensión evangélica original”. La práctica revolucionaria (lucha de clases) era “la matriz generadora de una nueva creatividad teológica”. Así, la teología se convirtió en una “reflexión crítica dentro y sobre la práctica liberadora como parte de una confrontación permanente con las demandas del Evangelio”. El documento terminaba con una frase de Ernesto Che Guevara, ideólogo de la revolución comunista cubana, que aparecía en estandartes y carteles durante la reunión misma: “Cuando los cristianos se atrevan a dar testimonio revolucionario pleno, la revolución latinoamericana será invencible…”.
Generalidades:
La teología en Latinoamérica, durante siglos, era el reflejo de la europea. Su dependencia de Europa y los EEUU no era sólo económica y política sino, además, eclesial y teológica. Entonces no es extraño que la TL haya nacido en América Latina. Lamentablemente sus teólogos recogen el concepto marxista de la realidad y sus principios, que los aplican a la interpretación de los Santos Evangelios y la práctica pastoral con lo que se busca desfigurar nuestra fe cristiana. Es decir, para la TI: 1) Jesucristo es considerado no como un Dios encarnado sino como un símbolo de la humanidad que lucha por la liberación de sus opresores y que muere en defensa de los pobres; 2) La Iglesia debe tener una opción preferencial por los pobres y constituirse en “Iglesia del pueblo” que nace del pueblo. De ahí que debe tomar parte en la lucha de clases, pues la neutralidad equivale a estar con los poderosos. 3) La fe es reducida a “fidelidad a la historia”, la esperanza a “confianza en el futuro”, y la caridad a la “opción por los pobres”. Los sacramentos son “celebraciones del pueblo que lucha por la liberación”. Para el efecto, al pueblo se lo adoctrina por medio de las homilías, cambios en la liturgia, de modo a que tomen “conciencia de clase” y así animarles a la lucha contra la “clase dominante” (los ricos y burgueses de la clase media). Según sus teólogos la Iglesia viene a ser -respecto a los pobres- lo que el Partido Comunista pretende ser respecto al proletariado.
El error radical de la TL puede resumirse en: a) en el principio hermenéutico con el que se pretende interpretar los Santos Evangelios para extraer de los mismos acción o praxis. Ese principio es el materialismo histórico pregonado por Marx, que niega la prioridad de la verdad y el bien de la acción humana. b) la lucha de clases no sólo es una falacia por ser contrario a la justicia, sino porque sobre todo se le concibe como algo necesario, ineludible y constitutivo de la historia. c) en la práctica la lucha de clases conduce a pretender someter a la Iglesia a una dirección política determinada, no sólo ajena a su misión sobrenatural, sino que desemboca en una situación humana deplorable como lo es el socialismo totalitario, en el que la persona no cuenta ni se le reconoce su dignidad de hijo de Dios.
Un importante documento pontificio que clarificó la solidaridad de la Iglesia de Roma hacia los pobres fue la Encíclica Populorum progressio (1967) del Papa Paulo VI. Al contrario de sus predecesores, cuyos documentos sobre la enseñanza social reflejaban más las preocupaciones de los europeos, Paulo VI se desvió hacia el desarrollo de los países del Tercer Mundo.
Conferencia de Medellín:
En agosto de 1968 alrededor de 150 obispos convocados por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), se reunieron en Medellín, Colombia, para emprender la tarea de aplicar las orientaciones del Concilio Vaticano II a América Latina. En el cónclave, los obispos pidieron a los cristianos que se comprometieran con la transformación de la sociedad. Denunciaron la “violencia institucionalizada” pidiendo “cambios rápidos, vigorosos, urgentes y profundamente renovadores”. Señalaron a la educación como un proceso que permitiría al pueblo “convertirse en actor de su propio progreso”. Pastoralmente, los obispos definían varios compromisos, tales como defender los derechos humanos y realizar una “evangelización que eleve la conciencia”, comprometiendo a la Iglesia a compartir la condición de los pobres más allá de la solidaridad. En algunos sitios el Documento de Medellín hablaba de las comunidades de base, una figura que había sido empleada recientemente para designar a los pequeños grupos de cristianos encabezados por laicos. Hasta entonces había pocas comunidades como esas, pero pronto se extenderían mucho más. Los obispos usaron reiteradamente la palabra “liberación”, y apuntaron a la “transición de una condición menos humana a una más humana para todos y cada uno”.
Cuando la CELAM volvió a reunirse, en Puebla, México (1979), publicó otro Documento episcopal donde decía: “Vemos la creciente brecha entre ricos y pobres como un escándalo y una contradicción para la existencia cristiana. El lujo de unos pocos se vuelve un insulto para la espantosa pobreza de vastas masas…”. Al hablar de la pobreza, los obispos latinoamericanos expresaron preferencia y solidaridad con los pobres al declarar: “Afirmamos la necesidad de una conversión por parte de toda la Iglesia hacia una opción preferencial por los pobres, una opción dirigida a su liberación integral.” La “opción preferencial por los pobres” se volvió un lema que resumía el objetivo central de la reunión de Puebla, que apoyaba la solidaridad con los pobres como el deseo de Dios para la Iglesia.
Ese mismo año Juan Pablo II fue elegido Papa. Sus constantes viajes iniciados a Puebla, México, despertaron el interés del mundo entero. Visitó Nicaragua en 1983, y frente a las cámaras de la TV el Pontífice increpó severamente al padre Ernesto Cardenal, arrodillado ante él en la misma pista del aeropuerto, por propagar doctrinas apóstatas y por formar parte del gobierno comunista-sandinista (era Ministro de Cultura). Como resultado de esta amonestación las turbas comunistas-sandinistas lo insultaron.
Al año siguiente de 1984 el Santo Padre aprobó la “Instrucción sobre ciertos aspectos de la Teología de la Liberación”, publicada por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe a cargo del entonces Cardenal Joseph Ratzinger (más tarde SS Benedicto XVI). El documento pretende “atraer la atención de los pastores, de los teólogos y de todos los fieles, sobre las desviaciones y los riesgos de desviación, ruinosos para la fe y para la vida cristiana, que implican ciertas formas de la Teología de la Liberación que recurre, de modo insuficientemente crítico, a conceptos tomados de diversas corrientes del pensamiento marxista”. Acusa repetidamente a la TL por ignorar elementos básicos del cristianismo: como el de hacer de la lucha por la justicia la esencia total de la salvación, de reducir el Evangelio a un evangelio meramente terrenal, de igualar la verdad con la praxis partidista, de negar el carácter trascendental de la distinción entre el bien y el mal (IV, 15; VI, 4; VIII, 3-5; VIII, 9). Contiene en un compendio las principales objeciones sobre la TL desde un punto de vista eclesiástico, reafirmando la autoridad de la Iglesia de Roma. A la luz de las Instrucciones la Teología que sostienen Gutiérrez, Boff y sus seguidores es, por tanto, de una corriente de pensamiento que, bajo ese nombre propone una interpretación innovadora del contenido de la fe y de la existencia cristiana que se aparta gravemente de la fe de la Iglesia, y que constituye, aún más, la negación práctica de la misma.
No obstante, hay que tener en cuenta, que existe una verdadera TÑ que redime y libera al hombre del pecado y de sus consecuencias no sólo materiales. Una de las condiciones necesarias para retomar la orientación de una auténtica Teología liberadora radica en reafirmar el valor de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). “La enseñanza de la Iglesia en materia social aporta las grandes orientaciones éticas. Pero, para que ella pueda guiar directamente la acción, exige personalidades competentes, tanto desde el punto de vista científico y técnico como en el campo de las ciencias humanas o de la política. A los laicos, cuya misión propia es construir la sociedad, corresponde aquí el primer puesto” (Libertatis nuntius Instrucción sobre algunos aspectos de la Teología de la Liberación, Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, 6-VIII-84, XI, 14).
En fecha 22 de marzo de 1986 la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe publicó una segunda “Instrucción sobre la libertad cristiana y la liberación”. Esta apunta a indicar los principales aspectos teóricos y prácticos acerca de la libertad y la liberación, pues “aquellas desviaciones y los riesgos de desviación, ruinosos para la fe y para la vida cristiana siguen vigentes”, y “lejos de estar superadas, las advertencias hechas parecen cada vez más oportunas y pertinentes”. De ahí que cumple en mencionar que “la libertad no es la libertad de hacer cualquier cosa, sino que es la libertad para el Bien, en el cual solamente reside la felicidad”. El documento explica, también, la necesidad de una liberación del mal, del pecado y pone de manifiesto el papel que siempre hizo la Iglesia para ayudar al hombre
En su edición del día sábado 31 de enero de 2009, bajo el título “Abogan por Teología de la Liberación” el periódico La Nación publicó que el entonces presidente Fernando Lugo, más tarde destituido por inepto por el Congreso Nacional, participó de un debate sobre la Teología de la Liberación, en el marco del 8º Foro Social Mundial realizado en Belem, Brasil. El ex obispo paraguayo y varios teólogos socialistas de Latinoamérica, entre ellos el brasileño Leonardo Boff (expulsado de la iglesia católica) hicieron una exhortación para revitalizar el citado movimiento teológico y político. En la ocasión Lugo explicó: “Estoy convencido que la Teología de la Liberación salvó mi fe (sic). Los movimientos sociales en Ecuador (donde ejerció como misionero) me enseñaron que es absolutamente compatible la fe con la lucha”… La Teología de la Liberación “rescata elementos genuinamente cristianos: aquello que se le arrebató al pueblo, y valoriza a los pobres”, destacó finalmente.
Ya el año antes, en el Palacio de Convenciones de La Habana, al que asistió en compañía de otro seguidor de la TL el obispo Mario Melanio Medina, al VI Encuentro Hemisférico por la integración de los pueblos, invitación que le hiciera el Centro Memorial Martin Luther King al Consejo de Iglesias de Paraguay, que los hizo sus representantes ante dicho evento, fue preguntado por Idania Trujillo una de las periodistas presentes: ¿Considera que ha muerto, está vencida o no tiene ya nada que decir la Teología de la Liberación en este continente frente a los nuevos desafíos de la fe y la realidad, y frente a los nuevos sujetos que han emergido?. El ex obispo le respondió con firmeza: “La Teología de la Liberación sigue vigente”. Fernando Lugo no mintió porque, efectivamente, la TL en el Paraguay sobrevive en la persona del Monseñor Medina, Obispo de la Diócesis de Misiones y Ñeembucú.
Observación: Este artículo es una actualización del que ya fuera publicado en el diario La Nación, Paraguay en la columna Carta al Director, los días 22, 23 y 24 de marzo de 2009.
Sin duda se trata de una investigación minuciosa la de Humberto Zaracho. Pero quisiera rescatar las declaraciones del ex obispo Fernando Lugo en Ecuador. Según sus dichos La Teología de la Liberación “rescata elementos genuinamente cristianos: aquello que se le arrebató al pueblo, y valoriza a los pobres”. Aquí cometió la pifia del ganso. A lo largo de las obras acerca de la teología de la liberación sus cultores ocultan con oportunos afeites la síntesis de esta doctrina no cristiana que coloca a los pobres por encima de DIOS. He aquí la síntesis del mal por la cual nuestra iglesia rechaza la TL Pero, Lugo, el ganso de Paraguay, se delató a sí mismo y a la TL al exaltar y delatar la valorización del creado por encima del creador con lo cual mordió el anzuelo. Más de uno de los presentes le habrá querido apretar el cuello o cerrarle la boca a este tonto por confesar lo que no se debe confesar. Se trata de la clave para atrapar adeptos inocentes que desean lo mejor para su prójimo.
PD: Tan GANSO e ignorante es que ni siquiera emplea preservativos para fornicar.
Esta supuesta «investigación» es una burda copia del DICCIONARIO CONSULTOR POLÍTICO de Julio César de la Vega; EDITORIAL LIBREX, Bs. Aires. Este desfachatado de HUMBERTO ZARACHO ya no tiene nombre; no contento con plagiar libros de historia del Paraguay, ahora se dedica a copiar Diccionarios Políticos. Es que a este akâ ne que tuvo que abandonar el Post-Grado de Ciencias Políticas de la UNA por sus aplazos de incapaz no le queda alternativa alguna pues no es un creador, solo un «copiatini». Gracias Sr. Director por su respuesta que lo puso en su lugar de idiota.-
Respetado Sr. Director. Menos mal que Vd. puso «el punto sobre las íes» respecto a la Marxista y anticristiana, amén de antidemocrática «Teología de la Liberación» de la cual hace una mediocre y estúpida apología el «Doctor» Andrés Humberto Zaracho, que por lo que veo ni entiende lo que escribe (¿o copia?) ni lo que ocurre a su alrededor. En pleno siglo XXI la T. L. ya está descartada no solamente por la Iglesia Católica sino por los hechos de un mundo que cambió; de lo que solamente no se dan cuenta infradotados intelectualmente como Zaracho. ¡Y qué osadía tiene para seguir insistiendo con sus disparatados articulejos! No le de Ud. más espacio, por favor.