Este caso es quizá la nave insignia de lo que no se debe hacer en política, como dividir a los afiliados en viejos y jóvenes o en capitalinos, de central, con los demás departamentos. Veremos los pasos que se dieron en la época que se dieron para que en adelante no se repitan más las burradas políticas. Un aporte didáctico a nuestra juventud
Corre el año 1938. Gobierna Félix Paiva, profesor de derecho constitucional en la facultad de derecho en la UNA. Y lleva para que lo acompañen a otros profesores. Por eso a este gobierno se lo llamó GOBIERNO UNIVERSITARIO.
Pero la realidad resultaba otra cosa. En los corredores de la policía de la Capital, se reunía el jefe de policía, coronel Arturo Bray, con el comandante de la caballería, Dámaso Sosa Valdez y el ministro del interior coronel Ramón Luciano Paredes. En realidad, ellos eran los que gobernaban. El único con 40 años cumplidos era el jefe de policía. Y en los ministerios sucedía otro tanto.
Así se llega a una elección del congreso en que la ANR se niega a participar por la inexistencia de garantías. Al representante colorado para formular una ley electoral, Ángel florentín Peña, lo apresaron 3 o 4 veces y apenas llamaba a las autoridades, al salir, lo volvían a apresar. Finalmente su informe a la junta de gobierno fue lapidario (Ver conversaciones cívico militares, Alfredo Seiferhld.)
En consecuencia, el directorio del partido liberal integró las dos cámaras del congreso con antiguos dirigentes de la época de Eligio y Eusebio Ayala, es decir, gente mayor con experiencia. En tanto Juan J. Soler compró un diario para hacer la campaña presidencia del general de ejército, José Félix Estigarribia. A la par se firma el tratado de paz y límites con Bolivia hasta hoy muy cuestionado. El que lleva las palmas es el joven Efraín Cardozo cuyos amigos son jóvenes brillantes como él Lo acompañaban y apostaban por una espada luminosa como el sol. Pero para ello hay que zafarse del los viejos carcamanes a quienes los apodaban peyorativamente LOS CADUCOS.
Así se llega a la votación del único candidato a presidente de la república, general José Félix Estigarribia dado que la ANR se abstiene por los motivos ya apuntados. El 15 de Agosto jura el nuevo dueño del sillón de los López y nombra en su gabinete a militares de su confianza y a civiles, en su mayoría a los jóvenes apurados: Gral. Nicolás Delgado (Interior, 40 años); Dr. Justo Pastor Benítez (Relaciones Exteriores, 37 años); Dr. Cipriano Codas (Hacienda, 40 años), Dr. Alejandro Marín Iglesias (Gobierno y Trabajo, 30 años); Dr. Efraím Cardozo (Justicia, Culto e Instrucción Pública, 38 años), Dr. Pablo Max Ynsfrán (Obras Públicas y Comunicaciones, 39 años); Dr. Alejandro Dávalos (Salud Pública, 45 años); Dr. Francisco Esculies (Agricultura, Comercio e Industria, 40 años) y el general Eduardo Torreani Viera (Guerra y Marina, 37 años.
El joven Benítez fue finalmente, canciller. El candidato a ese cargo, Juan J. Soler se quedó con su diario en solitario pues contaba con 60 años, es decir, colocado en el rasero de LOS CADUCOS. Poco después renuncia indignado a su afiliación liberal, reconsidera bajo pedidos suplicantes, pero finalmente, al igual que Eligio Ayala, lo hace en forma indeclinable. Moraleja, en política no hay que pisar demasiadas cabezas.
En tanto un mar de fondo presagiaba nubarrones al nuevo gobierno de jóvenes apurados. Estos, finalmente lo convencen a su jefe convertido de facto, que les pida la renuncia a LOS CADUCOS, luego de su golpe de Estado cuyo decreto prescribía “Yo, José Félix Estigarribia, asumo todos los poderes del estado……..etc.” En consecuencia, LOS CADUCOS son obligados a renunciar a sus bancas. Seguidamente el nuevo dictador decreta una tregua política de los partidos políticos inducido por los jóvenes apurados. Así los partidos políticos desaparecen del escenario so pena de prisión a los rebeldes que no acaten el decreto del nuevo dictador. En adelante los jóvenes apurados son la quinta esencia de la sabiduría.
No obstante, hay que reconocer que los jóvenes apurados eran brillantes por donde se los mire. Pero carentes de experiencia política, Pablo Max Ynsfran, Efraín Cardozo, Justo Pastor Benítez, Alejandro Marín, Juan Guillermo Peroni, Carlos Pastore etc. . Inmediatamente se abocan a la tarea de redactar una nueva constitución, en realidad, una mera carta política, pues ni se les ocurrió llamar a convención constituyente del pueblo paraguayo.
Como todas las cosas hechas a los apurones se olvidaron de establecer una norma jurídica que considere la posibilidad de la sucesión presidencial en caso de renuncia, inhabilidad o muerte. Y no que tales posibilidades queden supeditadas al llamado de una asamblea nacional. Al no existir congreso, ellos ya sabían de antemano de la imposibilidad de un llamado a la asamblea nacional.
Así en Agosto de 1940 se llama a una parodia de votación para que el pueblo supuestamente apruebe la carta política. Los votos brillaron por su ausencia. Y quien diría, quince días después, la falta de la norma referida a la sucesión presidencial se pone en evidencia en un avión que los llevaba el sábado 7 de septiembre de 1940 a un fin de semanas a San Bernardino a Estigarribia y su esposa. Ambos fallecen.
Y como no existía norma alguna a la sucesión se tira al azar conforme a declaraciones en una entrevista del capitán de Fragata, Víctor Urbieta Rojas al señor Alfredo Seiferlheld en uno de los tantos capítulos del malogrado y llorado historiador titulados, COMO VIVEN.
Así nos enteramos que Urbieta Rojas era amigo de los generales Torreani Viera y Morínigo. Y para cuando le llegó el turno de desempatar dado que hasta el momento había un 2×2 entre los jefes del ejército, no vio nada mejor que extraer de su bolsillo una caja de fósforos. Les adelantó a los presentes que por ser amigo de ambos la lanzaría al azar previa identificación de manera a conocer de antemano a quien beneficiaría la suerte. Así resulta elegido presidente Higinio Morínigo Martínez, vecino de Paraguarí.
Una vez llegado los féretros el nuevo mandatario atraviesa el lugar donde se hallaban sentados los jóvenes apurados. – Estos están conspirando contra mi. Y era cierto. Los muy inexpertos fueron a plantearle un golpe de Estado nada menos que a un señorón de alto vuelo, al general Paulino Antola, quien se vio obligado a contarle al nuevo mandatarios. En el momento de sentarse Morínigo con su gabinete, como es costumbre, todos presentaron sus respectivas renuncias. Morínigo solo aceptó a las de la totalidad de LOS JOVENES APURADOS yendo éstos a aparar a la llanura hasta el fin de sus días.
Rescatamos entre ellos a Justo Pastor Benítez, autor de varios libros de valía a la par de ejercer la docencia en el Brasil, A Juan Guillermo Peroni de regreso al país en 1973 y fundador de la revista jurídica LA LEY, que mucho lo honra, Alejandro Marín Iglesias, fundador de la Universidad católica y allí docente hasta su muerte, Pablo Max Ysfran, docente en la universidad de Austin Texas durante 30 años y aquí paramos de comentar para demostrar que con la sola capacidad, no es suficiente para manejarse entre LAS CENAGOSAS AGUAS DE LA POLÍTICA.