Por Osvaldo Bergonzi
Corre el año 1961. Ese día de enero muy temprano salté de la cama. A las 5:00 a.m. un camión militar del Comando de Ingeniería vino a buscarme a mi casa en la venida Perú Nº 170 donde nací(hasta ahora existe.) Un pequeño grupo del CIMEFOR elegimos el arma indicada y debíamos partir rumbo al BI –4 Aquidaban, con asiento a unos kilómetros de la ciudad de Horqueta.
En pleno verano el viaje resultaba agotador al medio día. Pero al anochecer, la brisa del río Paraguay hacía más placentera la travesía. Arribamos a Concepción al medio día luego de haber partido de la capital a primera hora del día anterior. Tuve tiempo de visitar a mi tía Alice Paradeda de Pampliega y sus hijos antes de partir a mi destino final. Más tarde estuve por el Club Concepción con mis primos y recuerdo haberlo visto entonces al joven abogado, Gustavo De Gasperi.
Nos informaron que el jefe del BI 4 era el mayor Porfirio Pereira Ruíz Días. Llegamos a la noche. El mencionado jefe nos estaba esperando. Ni bien lo saludamos con mucho respeto, nos condujo al casino de oficiales. ! Vaya sorpresa!, nos sirvieron un tortillón de papa con huevos y de postre miel silvestre con queso Paraguay. ¿De donde salió esta mosca blanca?, comenté a mis camaradas. Luego del conocido y rutinario locro mal cocinado nos encontramos con un menú sorprendente.
Al día siguiente se presentó y pregunto: – Quien se anima a manejar el teodolito. – Yo, mi mayor le respondí. En esa época se estaba trazando la ruta enripiada (previo al asfalto) que uniría Concepción con Pedro Juan Caballero. La empresa encargada era ENTRECANALES Y TAVORA. Los ingenieros españoles me comentaban que sin el concurso del Mayor Pereira difícilmente sus tareas avanzarían tan rápido.
Yo debía cuidar las líneas del trazado y cuando venían las inclinaciones, EL PERALTE, lo más difícil, se me complicaba la tarea, en tanto los de vanguardia derribaban los arboles de la tupida selva con sus topadoras. – Alto, alto, decía el mayor de cuando en cuando. Era para que los soldados del batallón de ingeniería recogieran los panales de miel de las abejas silvestres que caían. Inmediatamente ordenaba que aturdieran con humo a sus propietarios y le dieran un hervor de varios minutos para sacarle la acidez Y luego ordenar su envío al casino.
– !Ah!, ese era el postre, pensé. Y las lecheras que vimos eran el otro componente. Ruíz Diaz no se daba sosiego en sus tareas y trabajaba como un soldado más. Cómo no respetar a un hombre de este calibre, supuse. Sabía exigir pero a la vez dar el ejemplo. Los fines de semanas nos permitía viajar a Punta Porá. A mí, que me gustaban los hechos históricos me acompañó a Cerro Corá. – Qué anfiteatro fenomenal para una tragedia, expresó. Por esos tiempos Cerro Cora era un matorral con algunos vestigios de recordación que él se encargó de modelar.
Más tarde (1989) yo electo diputado y él flamante ministro de obras públicas, nos encontramos en la junta de gobierno. No me reconoció. Cuantos reclutas habrán pasado por sus manos, supuse. Pero ni bien le di citas de hechos y detalles pasados en su comando levantó la vista y exclamó: – Cómo cambiaste, si no me hubieras dicho no creía. Nos dimos un fuerte abrazo tras felicitarme por ser representante del pueblo paraguayo.
Extraordinario como intendente y extraordinario como ministro de obras públicas, siempre humilde pero digno en su trato lo que le otorgaba un halo de respeto inmediato con quienes trataba. Pasados los años el Tribunal electoral Partidario del que formo parte resolvió ofrecerle un merecido homenaje. Fue en ocasión de la proclamación de intendentes y concejales (2010) luego de nuestras internas. Se le hizo entrega de un pergamino a la par que nuestra compañera Elisa Ruíz Díaz le entregó un poncho colorado que en esa ocasión se lo puso con mucho orgullo. Un aplauso atronador cerró aquella noche y pude ver algunas lágrimas en sus ojos.
Apreciados correligionarios, Porfirio Pereira Ruíz Díaz ha partido a la eternidad. Pero nos ha dejado un legado que guarda parentesco con nuestra carta fundacional “LA ANR NO ABRIRÁ SUS FILAS A LOS FENICIOS QUE ROEN LAS ENTRAÑAS DE LA PATRIA SINO A LOS HOMBRES DE BIEN QUE EXHIBEN SU POBREZA COMO TIMBRE DE HONOR LUEGO DEL DEBER CUMPLIDO”
Nota: Transcribimos el homenaje al general Porfirio Pereira Ruíz Díaz publicado en EL COLORADO.
HOMENAJE A PORFIRIO PEREIRA RUIZ DÍAZ
Carlos Romero Pereira tuvo a su cargo las palabras de homenaje al general Porfirio Pereira Ruíz Díaz en nombre de sus colegas del TEP. El homenajeado fue elegido como un símbolo que sirva de espejo a ser emulado a los candidatos del partido presentes ante una sala colmada de gente. Al escuchar su nombre la misma prorrumpió en vítores que obligaron al orador a interrumpir su alocución.
Carlín Romero Pereira enumeró al auditorio una a una las obras del ex intendente de Asunción: El Mercado de Abastos, La terminal de Ómnibus, La sede del Municipio de la Capital, entre otras, todas ellas realizadas con recursos propios sin impuesto inmobiliario y sin Royalties. Al abandonar el cargo dejó un superávit de 700 millones de guaraníes que Carlín se encargó de convertir en dólares americanos pues en esa época- 1989 – la conversión era de 1.100 guaraníes por cada unidad de la moneda norteamericana.
A medida que proseguía la disertación era interrumpido por estruendosos aplausos. En tanto el homenajeado no pudo evitar las lágrimas a pesar de su esfuerzo por contenerse. Recordó asimismo el orador que la municipalidad en ese momento exhibía como timbre de honor DEUDA CERO.
Al escuchar esto el público, nuevamente prorrumpió en un prolongado aplauso. Finalmente Carlín pidió a su colega Elisa Ruíz Díaz que lo acompañara para bajar del escenario e ir al encuentro del homenajeado quien los recibió junto a uno de sus hijos.
Romero Pereira le entregó un diploma de honor firmado por la totalidad de los miembros del TEP, titulares y suplentes, en tanto Elisa le colocaba un gran poncho colorado. En ese momento fue cuando la multitud llegó a un estruendoso entusiasmo. El mensaje de honradez y rectitud había llegado a buen puerto.
A día siguiente, hoy martes 10, la prensa calló. La gente no debía enterarse que existió Porfirio Pereira Ruíz Díaz. Pero no se percataron que la ceremonia fue transmitida en directo a través de una salida al éter en forma experimental seguida por ciento de miles de afiliados puestos sobre aviso con anticipación. Esto los habrá convencido de una buena vez que las noticias importantes no se hallan donde muchos suelen ver, leer o escuchar pues allí solo se publica, transmite o difunde lo que desean sus propietarios y periodistas.
Es de justicia recordar a los patriotas. Y ningún paraguayo honesto va a desconocer el patriotismo del general Porfirio Pereira Ruiz Díaz, salvo que sea un ingrato. Yo conocí muy de cerca a este hombre ejemplar, a quien tuve ocasión de tratarlo cuando me encontraba en el servicio activo de las FFAA. Siempre valoré su prudencia, además de una gran vocación de gtrabajo. Recuerdo cuando el entonces presidente Stroessner sustituyó al Ing. Guido Kundzle en la Intendencia Municipal de Asunción no fueron pocos quienes se preguntaron del porqué del nombramiento del general Pereira. Es más, no pocos correligionarios hicieron escuchar su voz de protesta porque el nombrado no era una figura política del Partido Colorado. Con el tiempo ocurrió algo insólito. No sólo los correligionarios aplaudieron la gestión del ahora fallecido militar, sino muchos políticos opositores reconocieron su gestión exitosa al frente de la Intendencia Municipal. El general Stroessner no se equivocó con su designación. Como tampoco se equivocó el general Andrés Rodríguez al nombrarlo como Ministro de Obras Públicas y Comunicaciones. En todos los lugares donde le tocó desempeñarse dejó sus huellas de gran administrador. En una ocasión me confió que como militar y político se inspiró siempre en la dinámica y espíritu de trabajo de los generales Alfredo Stroessner y Marcial Samaniego. Este último fue el Ministro colorado que se desempeñó cuatro veces como Ministro: dos veces en el Ministerio de Defensa Nacional y dos en el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones. Entre las huellas dejadas están los moderno edificios que sirven hasta hoy día de sede a ambos Ministerios. Además de la política que aplicó para la modernización de las FFAA, la Flota Mercante del Estado, la ANDE, la represa de Acaray, la construcción de miles de kilómetros de rutas, entre las cuales están la ruta Transchaco, los puentes sobre el río Paraguay, amén de tantas obras de gobierno que enorgullecen a los colorados. Yo creo, estimado Osvaldo, que el general Pereira Ruiz Díaz fue un ciudadano que honró a su patria. Merece el testimonio de toda la ciudadanía. Ojalá que algún edil municipal materialice la gratitud ciudadana proponiendo que una de las calles asuncenas lleve su nombre. Finalmente, felicitaciones por la recordación a este ciudadano patriota y ejemplar.