Por Osvaldo Bergonzi
El año que viene se cumple el centenario de la muerte de Bernardino Caballero y el nacimiento de Alfredo Stroessner. Respecto a este último, una crónica de ABC Color del día 3 de noviembre sintetiza la realidad. Cuando se derroca a alguien hay que traer algo mucho mejor, o mejor, por lo menos. Y eso, desde el 3 de febrero de 1989, fecha del derrocamiento de Stroessner, aun no sucedió en muchos aspectos. Tal la razón de los nostálgicos de aquel régimen cuando pegan en sus autos calcomanías: ERAMOS FELICES Y NO LO SABÍAMOS.
En mi caso, milité con los contestarios y por eso sufrí cárcel y persecución. Hoy a la distancia pienso o tengo mis dudas acerca de la conducta que adopté entonces. La historia objetiva juzgará aquel tiempo, una vez que los protagonistas desaparezcamos.
Recuerdo un mediodía de noviembre de 1992 en el aeropuerto de Asunción a punto de tomar un vuelo para Brasilia. Me acompañaba Sandino Gill Oporto. Íbamos en calidad de diputados a un congreso mundial del medio ambiente, el primero en Sudamérica. – Che, Osvaldo adonde vas. – Me voy a Brasilia, respondí. – Seguro que ni siquiera le vas a llamar a Gustavo Stroessner, tu compañero de colegio y del CIMEFOR. Era Icho Planas. – Dame su número de teléfono, le dije y apure mis pasos para tomar el avión.
Una vez en Brasilia, le llamo. Me responde un contestador automático en portugués. Supuse que me equivoqué al anotar el número. Pero aun así dejé un mensaje explicando el motivo de mi llamada. A los 20 minutos suena el teléfono en mi habitación. – Osvaldo, con papá estamos asombrados. – ¿Por qué?, Gustavo. – Salvo mis amigos, casi nadie le llama a papá y vos que estuviste en la vereda de enfrente te tomas el trabajo de preguntar por nuestra salud. – Gustavo, mejor que hoy vengas a tomar un aperitivo conmigo acá en el hotel y así ampliamos nuestra conversación. – No, los Stroessner estamos leprados y hay muchos periodistas que te pueden desacreditar. – No me importa, le dije. – Te propongo encontrarnos en otro lugar. Finalmente acepté su invitación.
El lugar era una torre y en el último piso funcionaba un restaurante panorámico donde se podía ver toda Brasilia. Hablamos largo y tendido. Me comentó que su padre recuperó la salud en el Brasil dándome a entender que en Asunción en los últimos meses alguien lo dopaba. Me obsequió unos libros muy interesantes y nos despedimos.
Al día siguiente me llama y pregunta: – Papá te hace decir si puedes llevar una encomienda. – Por supuesto que sí, le respondo. Al rato llega un gran paquete a mi hotel con una carátula a mano: “A MI MADRINA DE GUERRA”, con ruego de entregársele personalmente. Adjunta iba una carta cerrada. La madrina vivía todavía; murió en 1996 a los 98 años.
Así, me apersoné al domicilio de su madrina quien al leer la carta y ver el hermoso regalo exclamó “A ese muchachito rubio siempre lo llevaré en el corazón”. La destinataria era Eladia Pampliega cuyo hermano Amancio anduvo de punta con el régimen de Stroessner. A tal extremo que una calle de Ciudad del Este cambió de nombre. Se llamba A. Pampliega, entre otros jefes del Chaco ubicada en el centro de la ciudad que el teniente coronel Antonio Oddone Sarubi designó, incluido el coronel Ramos y otros jefes de extracción liberal. Sin embargo la calle A. Pampliega cambió por E. Pampliega como cualquiera puede comprobar al visitar esa ciudad. Sin más trámites la designó a su madrina de guerra merecedora de tal honor. Era el culto a la amistad llevada a extremos notables.
DR LE FELICITO NO HAY QUE TENER RENCOR , NI VENGANZA, EL TIEMPO SIEMPRE DEMUESTRAS LA SITUACIONES, NADIE ES NI SERA PERFECTO,PERO LA AMISTAD SIEMPRE TRASPASA MOMENTOS COYUNTURALES, SOLO LOS BUENOS COLORADOS TIENEN EL GESTO QUE QUE HIZO,DEMUESTRA LA CALIDAD DE PERSONA QUE ES, ABRAZOS REPUBLICANOS,
Exelente escrito Dr. los verdaderos republicanos entienden estas cuestiones..
Estimado Dr. Bergonzi: me congratulo de ser lector de sus escritos, que estan hechos con altura y dignidad. Solo los colorados pueden escribir sobre estos temas que adquieren tanta relevancia asi expuestos y que hacen a aspectos muchas veces ocultos de un hombre a quien todavia nos queda mucho por conocer y valorar.
Apreciado Dr Bergonzi: Gestos cristianos y espirituales de ésta naturaleza son los que hoy faltan en muchos de nuestros dirigentes. realmente, como colorado, me enorgullezco de Usted. Que sirva como ejemplo.!!! Maravillosa actitud!!!
Un gran abrazo Republicano. WILBERTO OLMEDO Pte Sec. Col. Nº 413 de La Matanza – Pcia de Bs. As. Rpca. Argentina
Mi querido amigo y compañero de colegio:
A riesgo de caer en una lisonjería al que nunca fui adicto, es mi obligación de amigo de juventud destacar el gesto que has tenido y que ennoblece tu persona. Yo sé que la incomprensión de algunos funcionarios que desnaturalizaron sus funciones de controlar y mantener la seguridad del gobierno del general Stroessner te hicieron víctima de actos descalificativos que lesionaron tus derechos cívicos, pero que no hicieron mella en tu gran personalidad, sobre todo de político honesto y sincero. Como a vos te consta, a pesar de sus luces y sus sombras que también los tuvo, siempre lo consideré al general Stroessner un presidente patriota que quería el bienestar de su pueblo. Por eso observo con tristeza la ingratitud de muchos paraguayos que gozaron de los beneficios de su gobierno, y que hoy sencillamente lo ignoran. Y de otros que han negado ser sus amigos. Pero ahí están las grandes obras que testimonian lo positivo de su gobierno, que tienen mucho más peso que sus errores y defectos.
Mi gran amigo, te felicito sinceramente tu actitud. Ojalá que muchos otros colorados, y hasta muchos otros no colorados rectifiquen su conducta reconociendo lo bueno de su gobierno, y que hizo posible que el Paraguay iniciara el anhelado camino hacia su desarrollo. Qué diferente tu actitud de la de la señora Raquel Guanes de Laíno, y espero que alguna vez se dé cuenta de su proceder equívoco.
Sr. Bergonzi, ¿Usted diría que Stroessner llamó a aquellos que torturó? Mi abuelo fue deportado en repetidas ocasiones, yo no recuerdo que Stroessner haya llamado a preguntar que tal estaba mi abuela. Es cristiano perdonar, tiene razón. Pero no es cristiano lo que hizo este hombre con este país. Usted pudo haber estado mejor, pero hay mucha gente que vivió con miedo, presa en su propia casa. Con respecto a las obras, no veo el mérito. No hay mérito en el deber, hay respeto y admiración una vez cumplido. No creo posible decir que haya cumplido su deber. No defendió la libertad. No defendió la paz. Trajo odio. Trajo rencor.