EL 27 DE OCTUBRE DE 1955


Por el doctor Luis Enrique Chase Plate

El Dr. Atilio R. Fernandez Presidente del Instituto de Acción Republicana-INARE me comunico la decisión del Instituto para decir algunas palabras en este acto de recordación, con la presencia de nuestra presidenta, señora, Lilian Samaniego, sobre el significado del 27 de octubre de 1955, fecha de la reconciliación y de la unidad de la Asociación Nacional Republicana-Partido Colorado. Quizás se haya debido su generosidad, al hecho de que siendo un adolescente, haya visto a mi padre, volcar sus inquietudes partidarias en memorables editoriales del diario Patria y poner todo su empeño en interpretar el pensamiento de sus grandes dirigentes, para lograr ese histórico hito, que hoy se conoce como el día de la unidad y reconciliación del partido colorado.

El 27 de octubre de 1955 fue una Asamblea de notables, sin precedentes en la historia de la Asociación Republicana, que tiene su raíz profunda en los acontecimiento de 1928 y luego en la Convención partidaria de 1938. En la Convención Nacional del Partido, de marzo de 1938 se llamo a la unidad partidaria, entre abstencionistas y eleccionistas, bajo la presidencia de Juan León Mallorquín y la vicepresidencia de Federico Chaves. Eran tiempos muy difíciles para una asociación democrática como el Partido colorado, en la llanura. El choque entre las dos facciones de ilustres hombres del partido, había sido primordialmente, por cuestiones de divergencias tácticas, jamás doctrinarias. Eran divergencias que siempre fueron objeto del estudio de la ciencia política, pues se discutía, de si cuál es el mejor método para llegar al poder: si haciendo oposición firme desde el Parlamento o rechazando cualquier integración de él, por no existir los instrumentos ni las garantías de una verdadera democracia. El 10 de noviembre de 1937, en una carta, desde Buenos Aires, Natalicio Gonzalez le decía a Federico Chaves:”Hoy está usted de nuevo en el partido; la unificación del coloradismo es un hecho feliz que todos debemos defender. Hay que evitar a todo trance los malentendidos, hablándonos con la máxima franqueza. Esta convicción mía es la que lleva a escribirle, en el deseo de evitar a tiempo choques y actitudes inconciliables que pueden destrozar de nuevo al partido. No basta la unificación legal, hay que coronarla con la unificación espiritual, con el advenimiento de la cordialidad y de las más absoluta solidaridad entre todos los colorados”’.

Ante el trágico fallecimiento del Presidente Estigarribia en 1940, llego la dictadura del general Higinio Morinigo. En 1946 se levanta la tregua política para llegar a un gobierno de coalición. El Partido Colorado por medio de sendas resoluciones suscritas por su Presidente Juan León Mallorquín y el secretario Luis Oscar Boettner, había reiterado su propósito de instauración de un orden legal democrático, basado en el sufragio libre y honesto, que otorgue el derecho de regir los destinos de las Nación a la mayoría ciudadana de la Republica. Asimismo, repudiaba y condenaba toda tentativa de subversión del orden legal y la falta de probidad y de escrúpulos como medio de lucha en la vida cívica nacional y en particular, condenaba la ausencia de todo principio moral que caracteriza a la táctica política del Partido comunista, cuya inconducta se denunciaba públicamente ante el pueblo paraguayo.

La guerra civil de 1947, guerra fratricida, dejo heridas que tardaron en cicatrizar, y trajo, como en todo avatar de esta índole un periodo de peligrosa incertidumbre e inestabilidad a la nación. Se afirma que el movimiento del 13 de enero de 1947, acerca al umbral del poder al Partido Colorado, que había perdido en 1904. La sublevación de concepción con una gran parte del ejército, concluye con una aplastante derrota, gracias al combatiente colorado pynandy, que lo sitúa al Partido Colorado, en el último escalón del poder. Entonces, el Partido se divide en dos grandes facciones: el guion rojo, cuya jefatura asume Natalicio Gonzalez, insigne sociólogo y doctrinario del coloradismo. El sector llamado “democrático”’ conduce Federico Chaves, hombre de gran sagacidad política e ilustre caudillo. Para no caer en los mismos errores, no podemos ocultar que ese periodo post revolución de 1947, de lucha por el poder, significo para hombres ilustres de nuestro partido, injustas persecuciones, destierros y exilios. Ambas facciones en pugna, no midieron, en el fragor de sus pasiones, el gran daño al partido colorado. Vino después la caída del Presidente Perón el 16 de setiembre de 1955, exiliado en nuestro país, por lo que el Gobierno que le sucede, inicia un hostigamiento y bloqueo al Paraguay, para derribar al gobierno de entonces y como consecuencia al partido colorado. En ese escenario político nacional e internacional, se gesto aquel inolvidable 27 de octubre de 1955. En nuestro recuerdo, deberían estar los grandes políticos e intelectuales de nuestro partido, que hicieron posible este hecho histórico extraordinario, que culmino con el abrazo fraternal de hombres que parecían irreconciliables, por los agravios recíprocos recibidos. Allí estaba conduciendo el evento un patriarca, combatiente Colorado en la guerra civil de 1912, el Arquitecto Tomas Romero Pereira, llamado desde esa fecha, para siempre, el arquitecto de la unidad del partido colorado. Allí en esa Asamblea, se escucharon las voces de los hombres más recios y experimentados y de jóvenes brillantes de nuestro partido. Frente a frente, hidalgos de calificada nobleza y energía extraordinaria, dejaron los agravios y decidieron unificar al Partido Colorado para construir un país, con libertad, democracia y justicia social. Como no nombrar a Federico Chaves y Natalicio Gonzalez, Juan Manuel Frutos, Víctor Morinigo, Eulogio Estigarribia, Pastor Filartiga, Angel Florentín Pena, Jose A. Moreno Gonzalez, Rigoberto Caballero, Jose Zacarías Arza, Leandro Prieto, Bernardino Gorostiaga, J. Augusto Saldivar y tantos otros grandes señores. Y entre los jóvenes a Epifanio Méndez, Osvaldo Chaves, Edgar L. Ynsfran, Ezequiel Gonzalez Alsina, Pedro Hugo Pena, para citar solo a algunos.

El manifiesto de la Asociación Nacional Republicana de 11 de setiembre de 1887, que lleva la firma del gran fundador del Partido, General Bernardino Caballero, hombre de inmenso fulgor en la guerra y acierto en la paz, es un ideario político, flexible y plural, que sigue plenamente vigente en este tiempo. En este documento se fija la bandera de los principios, para defender la libertad, la justicia y el derecho, con una organización abierta. El manifiesto se vincula a las tradiciones más honrosas de nuestra patria, y enarbola como programa, la paz y el respeto a las instituciones democráticas. Respeto que se manifiesta en el mantenimiento del orden y la tranquilidad pública, la adopción de la forma de gobierno republicano y la soberanía popular como el gran fundamento de la Republica. Se consagra el principio democrático, hoy, principio de las naciones democráticas del primer mundo, al expresar textualmente que ”la soberanía popular es el gran fundamento de la Republica. El pueblo se ha reservado el derecho de designar los mandatarios que han de dirigir sus destinos, elevando a los puestos públicos a ciudadanos honestos e idóneos, capaces de hacer su felicidad y de establecer en el país el reinado de la justicia y de la moralidad pública”. Este magnífico manifiesto político, solo comparable al famoso discurso de Gettysburg, de Lincoln del 19 de noviembre de 1863, en el cementerio del campo de batalla, es una pieza política extraordinaria que no se ha visto cosa igual o semejante en el país.

Los discursos que pronunciaron los ilustres hombres del partido colorado, en esa fecha memorable del 27 de octubre de 1955, deben seguir de guía para analizar el presente y el futuro de nuestro partido. Allí están los fundamentos del porque un partido político no puede ascender ni permanecer en el poder sin la unidad. Si se escudriña en los diarios y documentos de la época, podrá entenderse e interpretar el pensamiento de los grandes luchadores del partido colorado, de aquellos que habían dado todo y que tenían solo un norte: la grandeza del Paraguay, la concordia de la familia paraguaya, la tolerancia en el choque de las ideas, la defensa de las libertades públicas, el respeto a la libertad de expresión y a la prensa, y por sobre todo un país en democracia con justicia social, para alcanzar el bienestar y la felicidad del pueblo paraguayo. Ese es el legado del 27 de octubre de 1955, que llevara la bandera del Partido Nacional Republicano a la victoria, en el 2013.


[i] Palabras de LUIS ENRIQUE CHASE PLATE, en el almuerzo organizado por el INSTITUTO DE ACCION REPUBLICANA (INARE), en el Hotel Excélsior, el 27 de octubre de 2011. Asunción, Paraguay.

One Response to EL 27 DE OCTUBRE DE 1955

  1. Humberto Zaracho dice:

    Muy ilustrativa las observaciones del correligionario y amigo Dr. Luis E. Chase Plate. A sus apreciaciones quiero agregar las palabras finales pronunciadas por el señor Epifanio Mendez Fleitas en la histórica reunión del «Reencuentro partidario» del 27 de octubre de 1955: «Afortunadamente, la vida del país se desenvuelve en estos momentos por una senda de paz, de absoluta tranquilidad. Pero, es preciso admitir que eso no ha venido por el azar; ha sido el fruto del esfuerzo multipartidario de un par de años de todo el Partido Colorado. Por eso también, ratifico mi solidaridad con el régimen de Molas López, de Federico Chávez, del PRESIDENTE STROESSNER, que uno tras otro han venido trabajando incansablemente para llegar a estge minuto augural en que la Junta de Gobierno del Partido Colorado puede atribuirse la honra insigne de llamar a todos los correligionarios y ofrendarles, como se merecen, los frutos mejores de la política desarrollada por el Partido hasta el presente. Nada más (Aplausos)» (1). Al finalizar la reunión un grupo de destacados miembros de la Junta de Gobierno «de acuerdo con una propuesta del expresidente Raimundo Rolón, visitó al presidente Alfredo Stroessner, para INFORMARLE Y CONGRATULARLE POR EL LOGRO DE LA UNIFICACION DEL PARTIDO» (2). Creo, mi estimado amigo y correligionario, que ayer durante el acto alguien hubiera recordado, a tenor de lo señalado por el fallecido Mendez Fleitas, a otro de los artífices del histórico «Reencuentro Partidario», el entonces presidente Stroessner.
    NOTAS:
    (1) ALFREDO SEIFERHELD. «El asilo a Perón y la caída de Epifanio Méndez», Editorial Histórica, pág. 168, Asunción, 1988
    (2) Ibidem, pág. 176.

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