EL 23 DE OCTUBRE DE 1931: DIA ACIAGO PARA EL ESTUDIANTADO PARAGUAYO


Por el Dr. ANDRES HUMBERTO ZARACHO

En la mañana del 23 de octubre de 1931 centenares de jóvenes estudiantes llegaron hasta el Palacio de Gobierno para solicitar al presidente Dr. José Patricio Guggiari la adopción inmediata de medidas para la defensa del Chaco paraguayo. Las fuerzas del orden público no impidieron a la multitud llegar hasta los jardines de la sede gubernativa; y cuando irrumpió hasta el frontispicio del edificio se produjo una prolongada descarga de fusilería acompañada de ráfagas de ametralladoras. Cuando cesaron los disparos de los fusiles y de las armas automáticas efectuados por efectivos de la marinería apostados en la terraza y en los ventanales del Palacio quedaron exánimes los cuerpos de 11 estudiantes muertos y 29 heridos. Yo llegué a trabar amistad con dos de los estudiantes heridos, quienes me brindaron su testimonio de la masacre. Ellos fueron el Dr. Vicente A. Zayas y el señor Marcial G. Cáceres. El primero recibió una ráfaga de metralla en su espalda y en su mano derecha cercenándole dos dedos.

Esta página conlleva mi deseo de evocar aquel trágico suceso para que no vaya quedando en el olvido. Hoy día, ha irrumpido una corriente política perversa que intenta ocultar la realidad histórica. Es de mi interés ilustrarles de este luctuoso hecho que nadie antes se hubiera imaginado ocurriría en nuestro país, provocando el luto en decenas de familias paraguayas.

Es menester, entonces, indagar sobre las causas que lo originaron. Y estas causas se remontan a la captura por fuerzas bolivianas del fortín paraguayo Samaklay el 7 de setiembre de 1931, rebautizado por los agresores por el de Aguarrica. El gobierno ocultó al pueblo este incidente, del que recién tuvo conocimiento el 18 de octubre por las informaciones propaladas por radioemisoras de La Paz. Ante esta actitud que raya el delito de traición a la patria, la Comisión Directiva del Centro Estudiantil de Colegio Nacional se reunió el día martes 20 en horas de la tarde. “Al término de las deliberaciones quedó decidida, por aclamación, la realización de una gran manifestación el día 22 de octubre, en horas de la tarde. Se fijó como punto de reunión la Plaza Uruguaya. Lo objetivos establecidos fueron: a) protestar ante el Poder Ejecutivo por los sangrientos hechos ocurridos en Samaklay, lesivos de la soberanía y dignidad nacionales; b) reclamar urgentes medidas tendientes a fortalecer la defensa nacional; c) plantear la necesidad del regreso de Jefes y Oficiales de las FFAA que estuviesen en el extranjero con el objetivo que éstos ocupasen los cargos de mayor responsabilidad en la organización militar. El itinerario de la marcha era: calle 14 de julio (hoy Mcal Estigarribia), Palma, Convención (hoy O´Leary), hasta llegar frente al Palacio de Gobierno. Orador ante el Presidente de la República: el presidente del Centro Estudiantil organizador del acto” (1).. Desde 1906 una parte del Chaco se encontraba bajo ocupación continuada de tropas bolivianas, sin que los gobiernos liberales hayan articulado un dispositivo para contrarrestar la invasión.

Se constituyó una comisión especial a cuyo cargo estuvo la organización y ejecución de la marcha. Esta cursó invitación oficial por nota a los demás centros universitarios y secundarios, y por otros medios hizo extensible a toda la población capitalina. En la mañana del día 22 el presidente del Centro Estudiantil M. Agustín Avila, acompañado de los estudiantes Hilario Gómez Núñez y Félix Alegre, concurrió al Palacio de Gobierno para entregar una copia del discurso a ser leído en la ocasión. Este fue recepcionado por el señor Efraín Cardozo, secretario privado del Presidente de la República, quien se dirigió de inmediato al despacho de Dr. José P. Guggiari. Transcurrido algunos minutos regresó el señor Cardozo y les expresó que el presidente no podía recibir a los manifestantes debido a que antes debía consultar con sus ministros, devolviéndoles la copia del discurso. Los estudiantes respondieron que les extrañaba de sobremanera la conducta del presidente, pero la manifestación no iba a suspenderse y se iba a desarrollar en la forma programada, por ser resultado de una decisión adoptada en una Asamblea General. Aclararon que el permiso correspondiente ya fue concedido el día antes por el Dr. Luis Escobar, Jefe de Policía de la Capital.

El acto tuvo inicio en la ya citada Plaza Uruguaya alrededor de las 15,00 horas. Luego de los discursos a cargo de varios estudiantes se inició la marcha estudiantil con la enseña patria al frente. La compacta masa de estudiantes se desplazó ordenadamente en el itinerario previsto recibiendo la adhesión y los aplausos del público ubicado en las veredas y edificios. El recorrido culminó en los jardines del Palacio de López donde se entonó el Himno Nacional. Seguidamente el estudiante Agustín Avila se dirigió hacia el despacho presidencial regresando minutos después con la información que el Dr. Guggiari no se encontraba en su despacho. Ante este desaire la juventud estudiosa se dirigió, siempre dentro de una conducta ordenada, hasta la sede de la entonces Escuela Militar, donde varios estudiantes se explayaron ante los oficiales y cadetes de la institución para explicar los móviles de la manifestación.

De ahí los estudiantes marcharon rumbo al domicilio del mayor Rafael Franco, ubicado en Chile y Cnel Martínez (hoy Haedo), donde fueron recibidos por el jefe militar que gozaba de profundo respeto por parte de la ciudadanía. Luego se dirigieron hacia la Plaza Independencia y de allí tomando por la calle 25 de noviembre (hoy Ntra. Sra. de la Asunción) y girando por Aquidabán (hoy Fulgencio R. Moreno) llegaron hasta el domicilio del Dr. José P. Guggiari, ubicado en la esquina de la calle Yegros. En la ocasión los estudiantes reclamaron la presencia del Presidente de la República, sin resultado alguno. Instantes después aparecieron efectivos del Batallón de Guardiacárceles que cargaron contra los estudiantes produciéndose un entrevero del que resultaron algunos heridos y contusos. La situación se prolongó una media hora aproximadamente retirándose los estudiantes, ya entrada la noche, a sus respectivos domicilios.

A pesar de la ofensa y golpes recibidos en la víspera, al día siguiente 23 de octubre los estudiantes se presentaron a clases. Los dirigentes estudiantiles consideraron que se encontraba aún vigente la resolución adoptada el día 20. Impulsados por los mismos objetivos volvieron a salir a las calles con la finalidad de hacerse escuchar por el Presidente de la República. Al visitar a las estudiantes de la Escuela Normal, previa explicación de los motivos, lograron una masiva adhesión de las normalistas que salieron a engrosar la marcha. Continuaron con la marcha pasando ante los locales de varios órganos de prensa donde se detuvieron momentáneamente escuchándose los discursos de algunos oradores para resaltar los fines perseguidos.

Los dirigentes estudiantiles abrigaban aun la esperanza de que el Presidente de la Republica recibiera a los manifestantes. Sin embargo, esa expectativa se desmoronó al llegar a la sede del Palacio de Gobierno, al observarse que un fuerte cordón de policías y marineros se interpuso a los manifestantes, pero éstos entre forcejeos y empujones con aquellos, haciendo vítores y hurras a la patria pudieron ocupar los jardines. En un momento un soldado se acercó a un estudiante que portaba la enseña nacional y de un golpe le rompió el asta arrebatándole la bandera. En eso, otra estudiante de nombre Adelaida Rodi tomó del soldado la bandera con el asta rota, y seguido de un grupo de compañeros “avanzó con su bandera en alto y subió las escalinatas del Palacio, donde fue brutalmente castigada a sable por el oficial del Batallón de Seguridad, José F. López. Ya en lo alto, con dos compañeros estudiantes, se encontró frente a frente con el presidente Guggiari, quien en forma descompuesta e irritada, la increpó con estas palabras: “Esta bandera es indigna de estar en vuestras manos”. Adelaida Rodi se plantó ante la injuria y replicó con estas palabras de fuego: “El indigno es usted” (2).

En ese instante se le acercó el Tte. López quien volvió a desenvainar el sable y, seguidamente, se escucharon los primeros disparos de fuego contra la masa de estudiantes. Ratos después comenzaron a disparar las ametralladoras instaladas en la parte alta del Palacio rematando lo que sería la mayor tragedia de nuestra historia política contemporánea.

Ahora bien, cabe preguntarse quien dio la orden de disparar contra la juventud estudiosa. Deseo señalar que nunca hubo orden verbal de abrir fuego contra los estudiantes. Dicha orden provino de una acción que se materializó cuando el Tte. José Félix López, al mando de la Compañía de Fusileros de la Guardia Cárcel que se trasladó hasta el Palacio de Gobierno para reforzar los efectivos de la Marina, desenvainó su sable. Así lo relató el Dr Vicente A. Zayas, una de las víctimas de la masacre, diciendo: «Yo llegué hasta más o menos tres a cuatro metros de las columnas del peristilo y allí un Tte. López sacó el sable y pareció con ello dar la señal de fuego. Comenzaron los primeros disparos y, lógicamente, comenzamos nosotros a correr y a caer ya algunos» (3)

Agustín Avila, otra de las víctimas, rememora que: “La ametralladora emplazada en la terraza del Palacio, con una intempestiva ráfaga, que acribilló las paredes de la sede del Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública, dio el fatídico inicio a la disuasión por la que ominosamente se había optado. El Dr. Justo P. Prieto, titular de dicha cartera, dimitió de inmediato siendo reemplazado por el Dr. Alejandro Arce… A la ráfaga de advertencia, que había surtido plenamente sus efectos dispersantes, siguieron, inconcebiblemente, otras, con el total apoyo de un nutrido fuego de los fusileros de la compañía de la Guardia Cárcel. En esta demencial etapa los disparos fueron dirigidos contra los manifestantes, a matar, como se dice en el léxico militar. Muchas de las víctimas fueron baleadas por sus espaldas, estando en franca y precipitada retirada. La terrorífica instancia afectó con gérmenes de perennidad a la juventud que jamás esperó merecer un recibimiento tan brutal…”

La prensa nacional se pronunció contra la barbarie. El diario “El Orden”, de propiedad del dirigente liberal Policarpo Artaza, en su edición extra escribió en la tarde de ese mismo día: “La patria está de duelo. La juventud estudiosa, con la bandera nacional al frente, FUE MASACRADA POR LA GUARDIA PRETORIANA, apoyada por los fuegos de ametralladoras. Cayeron en la refriega niñas y escolares. La juventud ha salvado la dignidad nacional…”.

A su vez el diario “La Tribuna”, órgano oficial del Partido Liberal Unificado presidido por el ex presidente liberal don Eduardo Schaerer, escribía al día siguiente: “Un día de luto para la Patria. La juventud estudiosa ha sido masacrada con las armas de la Nación. Mujeres y niños han caído en la jornada de ayer frente al Palacio de Gobierno Y EN PRESENCIA DEL PRIMER MAGISTRADO DE LA NACION. Las metrallas funcionaban admirablemente para Mater a nuestros niños y jóvenes. Las madres paraguayas están de luto y la Nación llora sobre sepulcros tempranamente abiertos…”. Rato después que la edición de la Tribuna ganó la calle el local fue allanado por tropas del Ejército, y sus directores, redactores y hasta los humildes empleados y obreros de las máquinas fueron apresados y conducidos en los calabozos de la Policía y en la tenebrosa División de Investigaciones. No obstante, al día siguiente los miembros del Partido Liberal Unificado publicaron en una hoja clandestina, un documento que decía: “Frente al fusilamiento de ancianos, niños y mujeres ordenado por el Primer Magistrado Dr. José P. Guggiari, el Comité Nacional del Partido Liberal se reunió ayer en sesión extraordinaria para considerar la actitud que deberá tomar el Partido frente a los graves acontecimientos provocados por el GOBIERNO DEL REGIMEN. Se tomó la siguiente Resolución, por aclamación: 1º.- Ponerse de pie en señal de protesta por la masacre de la juventud estudiosa ordenada por el Presidente de la República y sus Ministros, y, en señal de protesta, duelo por las víctimas inocentes caídas ante el plomo homicida.- Lanzar un Manifiesto de Protesta por los acontecimientos de ayer..- Decretar la abstención electoral en vista de la falta de garantías de los derechos ciudadanos bajo el imperio de la SITUACION DE FUERZA EMPLEADA POR EL REGIMEN”. El Comité Nacional lo integraba como Presidente don Eduardo Schaerer, Vicepresidente Dr. Enrique Ayala. Vocales: Policarpo Artaza, Mario Luis de Finis, Lucio Mendonca, Tomás Varela, Mario Uscher, Arturo F. Bordón, Ernesto Velázquez, entre otros. Varios exponentes del liberalismo condenaron el crimen y a sus autores morales y materiales, presentando sus renuncias al Partido, entre los cuales figuraban los Dres. Félix Paiva y Adolfo Aponte, presidente y miembro del Superior Tribunal de Justicia, respectivamente; los Dres. Ricardo Caballero, Victoriano Abente, Luis Ruffinelli, Anselmo Jover Peralta, Roque A. Gaona, Julio Michelagnoli, Inocencio Lezcano, Diosnel Marín y muchos otros.

El 25 de octubre, el diario “El Orden” publicó una carta dirigida al presidente del Partido Liberal (gubernista) escrita por los Dres. Carlos R. Centurión, Alejandro Marín Iglesias, Vicente Rivarola Coelho, José Campos Tellez, Juan Guillermo Peroni y Juan Esteban Carrón, condenando la masacre y solicitando al Directorio del Partido la condena a los responsables de la barbarie.

A su vez, el Partido Colorado, por intermedio del Arq. Tomás Romero Pereira y Dr. Leandro Prieto, Presidente y Secretario, respectivamente, condenó el alevoso crimen cometido por el régimen del Dr. José P. Guggiari, disponiendo la abstención absoluta y la desobediencia civil. Todos sus legisladores titulares y suplentes ante las dos Cámaras del Congreso presentaron renuncia a sus cargos, quedando así el Congreso con la presencia única de los legisladores del liberalismo oficialista, debido a que los pertenecientes al Partido Liberal Unido se adhirieron al repudio generalizado dimitiendo a sus bancas legislativas.

Días después, a pedido del presidente Guggiari el Congreso le sometió a juicio político del que resultó absuelto de cargo alguno y se le declaró inocente de los hechos ocurridos. Todos sus juzgadores pertenecían al Partido Liberal oficialista. Los pertenecientes al Partido Colorado y al Partido Liberal Unido ya habían renunciado con anterioridad en repudio al crimen perpetrado. Paralelamente se declaró una violenta persecución contra dirigentes políticos opositores, periodistas y estudiantes. Aunque el presidente Guggiari consiguió eludir su responsabilidad política, sin embargo los acontecimientos del 23 de octubre marcaron el inicio de la decadencia del liberalismo paraguayo.

Un destacado político y escritor nacional, el Dr. Juan Stefanich, ante la pregunta de ¿El presidente dio la orden de fuego?, contesta: “Lo importante no es el saber quien haya llevado esa orden –se refiere a la orden de fuego-, sino saber quienes son los responsables del bárbaro episodio, ya que sea quien fuese el mandadero, la responsabilidad es conjunta de todo el gobierno, comenzando por el presidente de la República, sus ministros y, más en particular, los ministros del Interior y de Guerra, el Jefe de Policía y los demás funcionarios policiales, militares y civiles”.

Veamos como el estudiante Agustín Avila, una de las víctimas de la masacre, califica al juicio político: “Al mismo se sometió, a su pedido, el presidente Guggiari. La Cámara de Diputados, compuesta íntegramente por correligionarios del solicitante, sustanció dicho juicio… El tal juicio fue una grosera farsa, una burda parodia, una escandalosa pantomima. Su objetivo real no fue otro que tratar de aplacar con la torpe argucia de una mascarada, la encrespada indignación nacional. Se dio largas al asunto con calculada intención. El fallo lustral, debidamente orquestado, declaró que no había lugar a formación de causa, llevando el sosiego de la impunidad formal al Palacio de Gobierno. Consecuentemente, el Dr. Guggiari, con la aureola fabricada por sus amigos, reasumió sus funciones. Quedó así establecido que el baño de sangre consumado no tuvo responsable desde el punto de vista parlamentario. Impúdicamente la solidaridad partidaria rindió sus frutos” .

Con este modesto aporte hemos buscado REVIVIR CON OBJETIVIDAD UN PASAJE DE NUESTRO PASADO HISTORICO del cual el Dr. José P. Guggiari y el Partido Liberal fueron los principales responsables políticos.

NOTAS:

(1) M. Agustín Avila, 23 de Octubre de 1931. Una página enlutada y gloriosa del estudiantado paraguayo, Edit. EL FORO, Asunción, 1981

(2) Dr. JUAN STEFANICH, El 23 de Octubre de 1931, Edit. Febrero, Bs. As., 1958

(3) ALFREDO M. SEIFERHELD, Conversaciones Político-Militares (Volumen IV) Entrevista al Dr. Vicente A. Zayas, pág. 106.

6 Responses to EL 23 DE OCTUBRE DE 1931: DIA ACIAGO PARA EL ESTUDIANTADO PARAGUAYO

  1. Brillante. Esta gesta sólo fue suprerada por la esquiliana gesta comunera del Marzo Paraguayo.

  2. Gallo Colorado dice:

    POR QUE ESTOS RELATOS NO SE INCLUYEN EN LOS LIBROS DE HISTORIA DE LOS COLEGIOS Y ESCUELAS….?

  3. Humberto Zaracho dice:

    Gracias a Beato Bareiro Nuñez y Gallo Colorado por sus comentarios.

  4. Natalia dice:

    Esto es muy interesante para los estudiantes que lo nesesitan de verdad.

  5. Chewfacha dice:

    Estoy estudiando Relaciones Internacionales, donde tengo una materia que se llama Historia Diplomática del Paraguay, vagamente hablamos de estos temas durante la Guerra del Chaco, pero es interesante ahondar al respecto y responderse varios porqués, me resulta muy interesante saber qué pasó con Paraguay, poquito más de 60 años después de otra Guerra tan fuerte

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