ANTECEDENTES DEL “ACTA DE FOZ DE YGUAZU”


Dr. HUMBERTO ZARACHO

La represa de Itaipú en su primera etapa de construcción

Cuando en los años 50´ del siglo pasado fue avanzando la tecnología, surgió en el Brasil la pretensión de considerarse soberano exclusivo de los Saltos del Guairá o Sete Quedas, con el objetivo de aprovechar en forma unilateral sus recursos como fuente potencial de energía eléctrica. Con el correr del tiempo la pretensión se hizo más patente, en abierta violación a los derechos del Paraguay acordados en el Tratado de Límites de 1872 y en la Convención de Montevideo de 1933, que prohíbe introducir en los cursos de agua de carácter internacional, en los casos de aprovechamiento agrícola o industrial de los mismos, alteraciones que resulten perjudiciales para los otros Estados, e impone también el acuerdo previo para cualquier alteración de los mismos. Por tanto, el Brasil no podía construir ninguna obra sin el consentimiento del Paraguay, aún en el caso de que el accidente hídrico estuviera totalmente dentro de su soberanía exclusiva, que no lo están. De este modo, la situación jurídica entre ambos países con respecto a su explotación era y es de condominio, tal como actualmente fuera reconocida.
El periódico brasileño “Jornal do Brasil” informaba el 13 de febrero de 1962 que el gobierno había encomendado al ingeniero Marconde Ferraz el estudio para la explotación unilateral por el Brasil del Salto das Sete Quedas. El 12 de marzo el gobierno del general Alfredo Stroessner, por intermedio de la Embajada en Río de Janeiro, hizo pública una declaración de que los derechos del Paraguay serían lesionados si fuera cierta la información de que el Brasil había dispuesto trabajos preliminares para el aprovechamiento integral de los Saltos del Guairá o de Sete Quedas, y una afirmación de los derechos nacionales sobre dichos Saltos en la medida que será determinada por los resultados de la demarcación en trámite.
El 19 de setiembre de 1962 el Brasil respondió negando al Paraguay todo derecho a los Saltos, así como también desconociendo su obligación de obtener el consentimiento paraguayo para la explotación de su potencial energético. Agregaba su negativa a polemizar sobre el asunto “ahora y siempre”, y a reconocer al Paraguay el derecho de reputar lesivos para su soberanía ni menos peligrosos para las buenas relaciones los trabajos para la explotación energética, pero que estaba dispuesto a examinar oportunamente la posibilidad de la participación paraguaya en la utilización de los recursos energéticos de los Saltos, si así lo solicitara el Gobierno paraguayo.. Esta actitud del Brasil es la mejor prueba de su carencia de todo título de derecho capaz de resistir una confrontación.
El Gobierno paraguayo instruyó el 12 de junio de 1963 a la Embajada en Río de Janeiro para ratificar los derechos nacionales y manifestara su buena disposición para estudiar conjuntamente la utilización de la energía hidráulica o cualquier recurso de los Saltos. Consciente el Brasil de la inconsistencia de su negativa a admitir la obligación de buscar el acuerdo paraguayo para el aprovechamiento de los Saltos, aun cuando fuera soberano exclusivo, buscó en la OEA la modificación del Tratado de Montevideo de 1933, por juzgarlo anacrónico, sin lograr obtener dicho objetivo.
La postura inicial de que los saltos estaban integralmente situados en territorio del Brasil fue cambiando por el hecho de que los mismos técnicos brasileños habían señalado que no se podía, en la práctica, realizar un aprovechamiento hidroeléctrico eficiente restringiéndolo a la zona del Salto y que el proyecto debía abarcar una amplia zona aguas abajo.
En oportunidad de visitar el Paraguay, el 2 de setiembre de 1963, el ministro de Energía y Minas del Brasil Dr. Oliveira Brito, manifestó ante las autoridades nacionales que “El ilustre presidente João Goulart me ha expresado que ni una sola estaca se pondría para estas obras sin acuerdo pleno con Paraguay y que su buena disposición hacia el Paraguay le corresponde como Presidente del Brasil, porque un Presidente del Brasil que no piense así estaría traicionando a los verdaderos sentimientos del pueblo del Brasil hacia el pueblo del Paraguay”.
A pedido del presidente Stroessner, el 19 de enero de 1964 se reunieron el presidente Goulart y el mandatario paraguayo en Tres Marías, Brasil. En la ocasión, el general Stroessner le expresó al presidente del Brasil que el Paraguay no aceptaría ser víctima por segunda vez de un despojo de su territorio, por lo que le solicitaba desistir de la pretensión de construir en territorio paraguayo una central hidroeléctrica sin la participación paraguaya. Ante la férrea defensa de su soberanía territorial formulada por el mandatario paraguayo el presidente brasileño rectificó su postura original en cuanto al aprovechamiento unilateral de la energía, aceptando suscribir a ese efecto un acuerdo bilateral.
La Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la República difundió un comunicado en el que se afirmaba que “los dos mandatarios estuvieron de acuerdo sobre todos los aspectos generales relativos al aprovechamiento conjunto del potencial hidroeléctrico del los Saltos del Guairá y resolvieron que, por conducto de las Cancillerías del Paraguay y del Brasil se suscribiera, cuanto antes, un convenio por el cual se creará una Comisión Mixta Paraguayo Brasileña, que tendrá a su cargo el estudio de todos los problemas económicos, financieros, técnicos y societarios, relacionados con la construcción y explotación de la gran obra que harán conjuntamente los dos Estados, y que será la de mayor importancia entre todas las de su género hasta hoy emprendidas en todo el mundo”.
Pero el protocolo nunca fue firmado porque dos meses después, el 31 de marzo de 1964, los militares ultraconservadores del ejército brasileño derrocaron al presidente Goulart y nombraron presidente al Mariscal Humberto Castello Branco, imponiendo un régimen militarista que se prolongaría más de veinte años. La causa principal del golpe militar, alegaron, fue la debilidad del mandatario brasileño en la defensa de sus intereses nacionales. A partir del golpe militar la cancillería brasileña ignoró el compromiso asumido por el expresidente Goulart, dando a entender que dicho compromiso fue a título personal y no podía comprometer al Brasil. Nuevamente Itamaratí volvió a la antigua práctica de desconocer sus compromisos internacionales y de reactivar su política de expansión política y económica en la región sudamericana.
Cabe agregar que “Jango” (así le denominaban sus partidarios a Goulart) fue desterrado al Uruguay, donde vivió varios años, trasladándose luego a Mercedes (Provincia de Corrientes, Argentina), donde falleció el 6 de diciembre de 1976 en circunstancias hasta hoy día no aclaradas. En una entrevista realizada en 2007 por el periodismo brasileño a su hija Denize Goulart ésta manifestó que en ocasión de sufrir su padre una afección cardíaca los médicos le aconsejaron viajar a París y luego a Londres para tratarse de su dolencia. Cuando solicitó a las autoridades de su país un pasaporte el pedido le fue denegado por el gobierno militar. Pero el viaje pudo realizarse porque el presidente Alfredo Stroessner le otorgó un pasaporte diplomático paraguayo con fecha 16 de octubre de 1973. Mediante ello pudo viajar para atender su enfermedad.
El gobierno paraguayo convocó en 1964 a varias figuras destacadas de la intelectual y la política nacional para estudiar los diferentes aspectos que tendientes a demostrar en forma irrefutable los derechos del Paraguay. La comisión estuvo presidida por el canciller Raúl Sapena Pastor, e integrada por los doctores Juan Ramón Chávez, Juan José Soler, Hipólito Sánchez Quell, Antonio Ramos, Efraín Cardozo, Julio César Chavez y Ramiro Rodríguez Alcalá.
En el mes de junio de 1965, por instrucciones del gobierno militar, un destacamento militar compuesto por un sargento y siete soldados se instalaron en el trecho de 20 kmts de la línea de límites no caracterizada aún entre el hito 341/IV y el Salto del Guairá (Puerto Renato para el Brasil). Días después el destacamento fue reforzado con unidades mecanizadas dependiente de una división de ejército. Ante la protesta del gobierno paraguayo, el presidente del Brasil mariscal Humberto Castello Branco, respondió que el contingente militar se explicaba “por la necesidad de mantener, en aquel punto, un mínimo de vigilancia para prevenir la formación de eventuales grupos guerrilleros y combatir, más eficazmente, las operaciones de contrabando”. También alegó que el territorio ocupado estaba totalmente en territorio brasileño y que no era área de litigio, dado que la frontera había quedado definitivamente demarcada desde 1874.
La actitud inamistosa y provocativa del gobierno militar llevó las relaciones bilaterales a una situación de crisis y de suma tensión. El Paraguay consideró agotadas todas las posibilidades de obtener resultados positivos de los intercambios de puntos de vista mediante notas oficiales. Por lo que su Gobierno comenzó una actividad informativa amplia sobre el diferendo, principalmente a las cancillerías americanas y europeas y al cuerpo diplomático acreditado en Asunción, como también en los foros internacionales. A su vez, todos los medios periodísticos, la opinión pública y el pueblo paraguayo en general inició una campaña férrea y tenaz en defensa de los derechos del Paraguay manifestándose en señal de protesta ante las oficinas diplomáticas y comerciales brasileñas en Asunción.
Paralelamente, el canciller Dr. Raúl Sapena Pastor viajó a los EEUU donde tomó contacto con funcionarios de alto nivel del gobierno de los EEUU para ilustrar sobre el diferendo con el Brasil. A su regreso informó al presidente Stroessner haber constatado fehacientemente la inquietud de los EE.UU. sobre el problema fronterizo paraguayo brasileño, considerándose que la actitud del gobierno brasileño obedecía a la presión extrema que el sector militar se encontraba ejerciendo.
El 21 de octubre de 1965, varios integrantes de la Comisión de Límites paraguaya se constituyeron en el terreno y comprobaron efectivamente los hechos denunciados. Ratos más tarde fueron detenidos por un sargento brasileño al mando de doce hombres armados. Las autoridades nacionales detenidas fueron el Subsecretario de Estado de Relaciones Exteriores, doctor Pedro Godinot de Vilaire, el asesor jurídico de la Cancillería Nacional, doctor Carlos Saldívar, el Delegado paraguayo demarcador de límites Mayor Ing. Emilio Meza Guerrero, el director del Ceremonial del Estado doctor Conrado Pappalardo, y un fotógrafo de la Comisión de Límites. Gracias a la actitud valiente y firme del Mayor Meza Guerrero fueron liberados horas después, siendo conminados a hacer abandono de la zona ocupada. La cancillería paraguaya protestó enérgicamente por el atropello, exigiendo el cumplimiento del Tratado de Límites de 1872.
En enero de 1966 ambos países se hallaban a punto de enfrentarse en un conflicto armado. So pretexto de ser hostilizado por la prensa paraguaya el gobierno brasileño ordenó que aeronaves brasileñas sobrevolaran territorio paraguayo y que unidades del ejército se desplazaran en la zona en actitud intimidatoria. Aun cuando las fuerzas armadas paraguayas era inferior que su eventual oponente el presidente Stroessner dispuso la preparación para defender su soberanía territorial. El Centro Universitario “Dr. Ignacio A. Pane” , que aglutinaba a los profesionales colorados, declaró el estado de alerta general.
Acosado por la presión ejercida por el Paraguay y las cancillerías de otros países integrantes del sistema interamericana, el canciller Magalhaes admitió que su país estaba dispuesto a compartir en un 50% el aprovechamiento energético del futuro Salto das Sete Quedas. El Paraguay manifestó que esta declaración era un “un progreso apreciable para la solución de las divergencias”. La crisis comenzó a transitar hacia un desenlace favorable a los derechos de nuestro país, hasta que, finalmente el diferendo tuvo una feliz solución dentro del espíritu de buena voluntad y concordia que años antes habían caracterizado los vínculos entre ambos países.
El 22 de junio de 1966, en la ciudad de Foz de Yguazú, después de tres días de entrevistas de carácter personal y otras con la presencia de miembros de sus respectivas Delegaciones, los ministros  doctor Raúl Sapena Pastor y general Juracy de Magalhães, arribaron a un acuerdo y firmaron una declaración conjunta conocida como "Acta de Foz de Yguazú". Este instrumento jurídico, en el Punto III expresa lo siguiente: “PROCLAMARON la disposición de sus respectivos gobiernos de proceder, de común acuerdo, al estudio y evaluación de las posibilidades económicas, en particular de los recursos hidráulicos, pertenecientes en condominio a los dos países, del Salto del Guairá o Salto Grande das Sete Quedas”. Y en el PUNTO IV: “CONCORDARON en establecer, desde ya, que la energía eléctrica eventualmente producida por los desniveles del río Paraná, desde e inclusive el Salto del Guairá o Salto Grande das Sete Quedas hasta la boca del río Yguazú, será dividida en partes iguales entre los dos países. Siendo reconocida a cada uno de ellos el derecho de preferencia para la adquisición de esta misma energía a justo precio, que será oportunamente fijado por especialistas de los dos países, de cualquier cantidad que no sea utilizada para la satisfacción de las necesidades del consumo del otro país”. Además el Brasil aceptó retirar del territorio paraguayo el destacamento militar, que fue comunicado a nuestra Cancillería por un mensaje, contestando el gobierno paraguayo su agrado por esta decisión, dejando a salvo sus derechos de condominio y soberanía. Cabe mencionar que el presidente Stroessner había invitado para integrar la Delegación paraguaya al miembro de la Cámara de Representantes Dr. Fernando Levi Rufinelli, distinción que fue aceptada por el dirigente del Partido Liberal.
Para dar cumplimiento a los Puntos III y IV, se acordó mediante Notas Reversales suscriptas el 22 de febrero de 1967, la conformación de la Comisión Mixta Técnica Paraguayo-Brasileña. En febrero de 1968 fue creada la Comisión Mixta Técnica Paraguayo- Brasileña para la implementación del "Acta de Foz de Yguazú", que solicitó a varias consultoras propuestas para realizar al estudio sobre el aprovechamiento del Río Paraná. En 1970 el Consorcio formado por la Internacional Engineering Company Inc. (IECO), de San Francisco, EEUU, y la ELC  Electroconsul S.p.A de Milán, Italia, ganaron el concurso internacional para la realización de los estudios de probabilidades y para la elaboración del proyecto de la obra. El contrato se firmó en noviembre de 1970 y los estudios fueron concluidos a fines de 1972, con la presentación de dos alternativas: un único aprovechamiento, o dos aprovechamientos en el trecho en común. La comparación mostró claramente la ventaja de la primera, la cual fue adoptada por los dos gobiernos, sirviendo de base a la preparación del futuro Tratado.
Este, el Tratado de Itaipú fue suscripto en Brasilia el 26 de abril de 1974 entre los cancilleres de Paraguay y Brasil, en solemne ceremonia que contó con la presencia de los presidentes Alfredo Stroessner y Emilio Garrastazú Médici. En su preámbulo fue incorporada el “Acta de Foz de Yguazú”, constituyéndose en el instrumento legal eficaz para el aprovechamiento hidroeléctrico conjunto del río Paraná. En mayo de 1974 fue creada la Entidad Binacional Itaipú, para gerenciar la construcción de la central hidroeléctrica más grande del mundo. El inicio efectivo de las obras ocurrió en enero del año siguiente.
Concluyendo, podemos afirmar que el “Acta de Foz de Yguazú” fue lograda en base a la energía, discreción  y paciencia  exhibida por el gobierno nacional de aquella época. Es una de las piezas jurídicas de mayor relevancia de la política exterior paraguaya del siglo XX. Hasta la fecha se lo recuerda no sólo como una victoria del derecho internacional sino, además, en un triunfo del gobierno colorado y del pueblo paraguayo, que unidos no se amilanaron ante el riesgo de enfrentarse en una contienda diplomática con un país poderoso, manteniéndose con firmeza y patriotismo en la defensa de sus derechos soberanos.

One Response to ANTECEDENTES DEL “ACTA DE FOZ DE YGUAZU”

  1. Humberto Zaracho dice:

    «¿Cómo estaban las relaciones con el Brasil?
    Se había firmado el Acta de Foz de Yguazú, que para mí es el mérito diplomático más grande del doctor Sapena Pastor. Con esto se superaron momentos muy difíciles. Una cosa que tenía el presidente Stroessner era su sentido nacionalista. No cedía ante ciertas cosas. La negociación de Yacyretá por ejemplo. Él no cedía un milímetro. Stroessner no les tenía, no les tiene, ninguna simpatía a los argentinos. Quiero ver en eso alguna cosa de adolescencia, porque él hizo sus estudios en Posadas. Vivía en Encarnación, pero pasaba a Posadas para seguir los estudios.
    Todos los días iba y regresaba. Creo que por ahí empezó la cosa. Vaya uno a saber si una de esas maestras antipáticas le habrá tratado de una manera despectiva. Esas son cosas que a veces se radican».
    Estas manifestaciones corresponden al Dr. ALBERTO NOGUEZ. Fue extractada del artículo «Entrevista al Dr. Alberto Nogués». REVISTA DIPLOMATICA. Año 1, Número 2, Diciembre 2012, pág. 173.

    Haz clic para acceder a revista_diplomatica_n_2.pdf

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