Con motivo de un aniversario más del fallecimiento de nuestro fundador, publicamos el prólogo del ingeniero Carlos Romero Pereira del libro primero, El Soldado, de nuestro director.
PROLOGO
Debo comenzar diciendo que a lo largo de mi vida he estado envuelto en faenas literarias diversas, he escrito algunos libros, he dicho más de un discurso, pero, nadie nunca, me ha encargado que prologue un libro.
Pero he aquí que un entrañable amigo, Osvaldo Bergonzi me ha pedido que lo haga. Y ahí surge un doble asunto a ser analizado; lo primero la calidad de la persona que me hace la encomienda y lo segundo: el tema en cuestión. Se trata de prologar un libro que abarca a un personaje emblemático en la Historia nacional: Bernardino Caballero.
Cuando acepté la encomienda, sin haber leído aún el libro, pensé que el abordaje que haría el autor del tema seria más o menos convencional, es decir mucha fantasía, derroche de adjetivo, y poca sustancia. Debo decir que afortunadamente me equivoqué. He encontrado el tema fascinante.
Me resulta difícil ubicar el trabajo de Bergonzi dentro de un genero determinado: novela, novela histórica, pura historia pletórica de referencias bibliográficas, novela de investigación con diálogos extraídos de documentos, cartas, reseñas, etc, aunque la vida misma del biografiado en verdad parece sacada de una novela
He renunciado a partir de esa dificultad a cualquier idea de sistematización que supusiera una rigidez inconveniente al objeto de la misión que me fuera encomendada.
Pero hay además una razón por la que tampoco podría negarme, o mejor, dos; la primera los vínculos ancestrales de la familia de mi padre, cuya madre Rosa Isabel Pereira Franco de Torres estaba emparentada con Sebastián Caballero de Añazco y Pereira antepasado de Caballero, y la segunda no menos poderosa, el hecho de haber sentado plaza en el campamento Cerro León a los 24 años, lugar caro a mis recuerdos de adolescencia y sitio histórico que mi padre restauró piedra por piedra con amoroso cuidado, para luego transferirlo al Estado en carácter de donación. Dicho todo lo cual es menester entrar en materia .
Si analizamos la obra de Bergonzi con una visión amplia, despojándonos de criterios preconcebidos, visiones estrechas y limitadas únicamente al Paraguay, desconociendo que por entonces la globalización existía, y los móviles de la misma eran más o menos los mismos que hoy: La cultura, la difusión de la ideas, el comercio y el control de las rutas del mismo y por supuesto la o las guerras.
Bergonzi; no se si lo hace premeditadamente o no, consigue atrapar al lector en una trama de estilo despojado, quizás ligero en el sentido de la facilidad de la lectura y la comprensión, logrando al mismo tiempo desarrollar un análisis psicológico de los principales protagonistas. Pero creo su éxito radica, por lejos, en haber planteado su trabajo con un profundo análisis del poder, la construcción del poder, y una vez conseguido el mismo, conservarlo y acrecentarlo, y más todavía en la circunstancia en que el protagonista principal – López – era el centro de las decisiones, el juez de los tribunales de guerra, el estratega de todas las batallas y el administrador de los cada vez más menguados recursos.
A lo largo de la obra, los diálogos, los monólogos que se los imagina, por supuesto, pero que, después confrontado con documentos, se ve que sirvieron para fundar decisiones, prueban lo supuesto por el autor.
A medida que el autor se adentra en los protagonistas principales de la obra: López y Caballero, el primero como maestro, el segundo como aplicado discípulo, confidente a veces, pero ambos, van a lo largo del tiempo construyendo una amistad en medio del fragor de mil batallas y López va conociendo al raro metal de que esta hecho su amigo y sobre todo la profundidad de la lealtad a toda prueba que define la personalidad de Caballero.
Y describir esa relación que tiene múltiples facetas, a saber: la del subordinado, la del amigo, la del confidente, la de aquel cuya opinión es requerida cuando todo se derrumba, y su espíritu – el de Caballero – no desfallece, como así mismo, su lealtad que es puesta a toda prueba en forma permanente constituye el centro de la obra.
Creo, sí, llegado el momento, de iniciar el comentario de algunos acontecimientos que en los primeros años de la guerra lo tuvieron como protagonista secundario. Pero a medida que ella se desarrolla, Caballero se va imponiendo como un conductor de tropas con criterio propio, con una templanza sin lugar a dudas y además tratando de interpretar el pensamiento del Mariscal en cuanto a la estrategia global, y las tácticas que debían aplicarse conforme iba variando el teatro de operaciones.
Su bautismo de fuego lo recibe, cuando con el Coronel Resquín recibe la orden del Mariscal para la toma de Coimbra 26-XII-1864 en el Mato Grosso, marchando paralelo al río Paraguay.
Debo señalar que para las fuerzas paraguayas, fue aquello un paseo militar ya que no encontramos resistencia, lo cual produjo un cierto desencanto, en el espíritu de aquellos jóvenes ansiosos por chocar con el enemigo. Ahí Caballero asciende a sargento.
Luego de aquella campaña de Matto Grosso con la que se inicia la guerra sigue con la campaña de Corrientes y la derrota de Uruguayana y la inexplicable toma de Goya (Corrientes) y la retirada posterior.
En l.866 ocurre algo que influirá en la formación castrense de Caballero y es el hecho de haber conocido a José E. Díaz. Se refiere el autor del libro que estamos analizando, a la opinión que se forma el recién ascendido Tte. Coronel y hombre de confianza del Mariscal.
José E. Díaz; dice de Caballero: que le impresionó “el manejo de la tropa que tenia este, su disciplina, su animo para el combate y su devoción a la causa de la patria”. Sigue diciendo Bergonzi: “ a Caballero solo le quedaba aguardar su ocasión”; la batalla de Estero Bellaco, la primera gran batalla de la guerra tiene, al ya por entonces teniente Caballero, como un destacado oficial de caballería arrollando las fuerzas enemigas.
Las ordenes que el Mariscal había dado a Caballero las cumplió al pie de la letra: la captura de cuatro cañones Lahitte, que era lo más avanzado en materia de tecnología en el arma de artillería .Caballero tomó los cuatro cañones y los hizo llegar al puesto de Comando del Mariscal. No solo los cañones, sino carros con granadas, cartuchos y espoletas. Como premio a su actuación el Mariscal le confiere la orden Nacional del Mérito. La victoria de Boquerón del Sauce también lo tiene como destacado soldado.
Dice el autor: los tres golpes, el del 2 de mayo, el del 24 y el 18 de julio consiguió el efecto deseado por López de retrasar por 2 meses el inicio de Curupayty que iba a ser la gran batalla, y que podría decidir el curso de la guerra.
La caída de Curuzú, el retroceso del enemigo, la participación de Caballero en esa operación y la comprobación que tanto el Mariscal como Díaz hacen acerca del liderazgo del joven capitán con la tropa, prueba las expectativas de ambos.
La batalla de Curupayty lo tiene a Caballero como comandante del ala izquierda, además de combatir no solo como soldado de caballería, sino como infante y artillero, lo cual es reconocido por el Mariscal.
La muerte de Díaz, después del triunfo resonante de Curupayty, afectó profundamente a jefes y subordinados de nuestro ejercito incluyendo al Mariscal y en grado superlativo a Bernardino Caballero.
Luego Caballero comanda en jefe las batallas de Tayy, y Tatayybá. Medalla de Reconocimiento. Ascenso a Tte. Coronel. El triunfo obtenido en la segunda batalla de Tuyutí es premiado con el ascenso a Coronel; a tan solo 30 días de haber ascendido a Tte. Coronel por las acciones de Tatayybá.
El sombrío año 1.868 sorprende a Caballero en medio de las conspiraciones que se incuban en el seno de la propia familia del Mariscal Francisco Solano López.
Caballero es enviado al Chaco, en Timbó, para preparar el escape de nuestro ejercito mientras Alén es conminado a defender Humaitá. Este, Caballero y López en San Fernando, son los protagonistas en esa etapa de las operaciones. A propósito de San Fernando, López hace partícipe a Caballero de la trama de la conspiración que se está gestando en contra del gobierno.
Acayuazá es otra gran victoria de Caballero, similar a la del Boquerón del Sauce y significa el ascenso a General. Itororó tiene a Caballero como su jefe triunfante. En Abay la suerte le fue adversa a nuestro personaje. La vuelta a Cerro León el 27-XII-1.868, lugar de tantos y tan caros recuerdos para nuestro héroe en especial aquellos vinculados al ya lejano año 1.864.
Los aliados entran en Asunción el 1° -I-l.869. Según el autor los jefes brasileros dirigen el saqueo. El capitán Julián Ynsfrán, cuñado de Caballero es pasado a degüello por Mena Barreto, lo cual afecta profundamente a nuestro héroe.
Después de la masacre en La Rosada ordenada por Mena Barreto, el ejercito Imperial toma el camino Ybycuí- Sapucai- Ybytymí hasta llegar a Sapucaimi – junio de 1.869 – lugar donde acampa el ejercito Imperial y muy cerca Caballero y sus fuerzas. El terreno, un largo desfiladero rodeado por espesos montes, bien conocidos por Caballero, se prestaba para una emboscada a fin de utilizar el factor sorpresa, y capitalizar el desconocimiento tanto del terreno, como de las fuerzas que le restaban al Mariscal.
Sapucaimi se convirtió en una victoria, que no solamente superó todos los cálculos del ejercito Paraguayo sino levantó la moral del pueblo. Además se volvió a paralizar la campaña, ya que el Conde D’Eu planteo relevos en sus fuerzas y la incorporación de nuevos efectivos.
Luego vienen la campaña de las Cordilleras, la batalla de Piribebuy y el gran encuentro desproporcionado en Acosta Ñu que cubrió la retirada de lópez hacia Caraguatay.
A partir de ahí, el Mariscal le pide a Caballero prudencia y evitar caer prisionero a la vez que le ratifica su aprecio y confianza con lo cual se estrecha la relación entre ambos.
En Lomas Valentinas se extingue el ejercito regular., en la campaña de la cordilleras es casi exterminado el 2° ejercito. En San Estanislao, el ambiente es de conspiración similar a San Fernando.
En merito a acciones de guerra en la campaña de las Cordilleras, Caballero es ascendido a General de División (24-VIII-1.869). Decíamos que no solo se acaba el 2° ejercito sino el Paraguay ya no cuenta con arsenales, operarios de máquinas, telégrafo, flota, fábrica de azufre, fábrica de papel ni fundición de hierro.
Solo el espíritu de López permanece intacto y su tesón a toda prueba, el mismo espíritu que poseían sus estrechos colaboradores; Caballero en primer lugar.
Luego de los sucesos de San Estanislao, el Mariscal comprobó que la lealtad de Caballero era a prueba de cualquier tentación. A partir de la retirada de San Estanislao hacia el norte (Cerro Corá) el Mariscal y Caballero marchaban juntos. El Mariscal declara a los jefes que Caballero es su heredero y lo preserva de todo peligro a fin de que sobreviva a la guerra.
Las conversaciones con el Mariscal sobre las visitas de Benigno López a Paso de Patria a fin de plantearle a Caballero traicionar a su hermano, el Presidente de la República.
La respuesta de Caballero no se hizo esperar: Le dijo a Benigno: Doy esta conversación por inexistente y luego despidió a Benigno de mala manera.
El Mariscal comisiona a Caballero a Miranda (Mato Grosso 14-II-1.870) a fin de buscar ganado para la alimentación de la tropa. En verdad, el Mariscal ya veía el fin muy cercano y creyó necesario salvar la vida a Caballero, a fin de que sea el continuador de su obra, y reivindicador de su memoria.
El encuentro con Escobar y el relato de las condiciones en que murió Venancio López.El parte de Escobar al Mariscal y las correcciones de forma que le hiciera Caballero al texto, sirven para demostrar el conocimiento que tenía Caballero acerca del Mariscal, y cuanto había avanzado en los intricados recodos de la sicología humana
Caballero, después de la muerte del Mariscal cae prisionero y es conducido al Brasil donde permanece en tal carácter hasta el 1.871. La etapa guerrera de Caballero había concluido, así como la guerra de exterminio contra Paraguay.
Caballero regreso a la patria en el 71, maduro para iniciar una nueva etapa, la del político, habiendo en apenas 7 años, desde aquel 1.864, en Cerro León, aprendido a partir de sus terribles experiencias y por el trato cotidiano con un maestro excepcional como lo fue López, el manejo de los asuntos de Estado.
LAST BUT NOT LEAST.
No sé si Caballero se acercó a la visión de los profetas, pero no por ver más que otros lo que iría a acontecer, sino por ver antes de que sucediera. Y lo último, pertenecía a la estirpe de los grandes que creían no necesario escribir su propia historia. La historia se ocuparía de él
Adhiero, con inexplicable emoción, al 99 aniversario
del paso a la inmortalidad de uno de los hombres más
nobles y dignos que pudo haber parido la Patria, ayá
en los albores de su grandeza y Paraguayidad…
Lic. Francisco A. Mattos Arévalo Schenoni.
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