ALDO TRENTO LE CANTÓ LAS CUARENTA AL MINISTRO RIART, UN DEGENERADO


Señor Ministro Riart, ¿su Ministerio
es el de Educación o el de Ganadería?

Desde hace meses estamos siguiendo paso a paso su modo de manejar el Ministerio, el más importante junto con el de “Salud Pública y Bienestar Social” y las conclusiones que sacamos se resumen en la pregunta del título de este artículo.
Creemos que usted se arriesga a pasar a la historia como el peor Ministro de Educación, dando la razón a quienes califican de “Chacovendeha” a algunos de sus ancestros. Sin embargo, hay una diferencia: en aquel entonces, se trataba de tierra entregada a los bolivianos mientras hoy se trata de la venta del derecho educativo que pertenece sólo a los padres, al poder económico de aquellas ONG que llevan adelante una política demográfica impuesta desde la ONU y que, bajo la diabólica mentira de la defensa de los derechos humanos, tiene como único fin la destrucción de la persona y de la familia y, en última instancia, de la sociedad misma.
Ya desde El Cairo la rabia feminista y la cultura hedonista dominante, aprovechando los miles de millones de dólares que tienen en sus bolsillos, están llevando adelante la política e “ideología de género”, con todas sus consecuencias de perversión, abusos y atentados contra los fundamentos de la sociedad, cuales son la persona y la familia, el único sujeto que permite la existencia de la sociedad civil. Pero, si esta cultura de la muerte del hombre, de hecho, es la dominante; lo que nos sorprende y causa dolor es que en el Paraguay quien lleva a la práctica esos principios irracionales e inhumanos es el propio gobierno encabezado por un ex-obispo y un Ministro de “educación” que ha sido formado o deformado (depende de lo que entendamos por educación) en un colegio católico y que además ha sido profesor en la Universidad Católica de Asunción.
Me cruza por la mente la frase de Julio César, el gran emperador romano, quien dijo a su hijo Bruto que formaba parte del complot que le causó la muerte: “¿Tu quoque, Brute, fili mi?”. Me imagino que esto también estará gritando a voz en cuello Don Bosco, desde el Paraíso, al ver la actuación de alguien que, quizá, se precia de ser ex-alumno salesiano. ¡Pobre Don Bosco, el genio de la educación humana! No obstante, siempre hay un Judas o una manzana podrida en la canasta.
Una vez más se pone de manifiesto que el peligro para la humanidad y la civilización no viene del mundo ateo, laico o de los musulmanes, sino de los cristianos mismos. Un ejemplo claro es Usted, señor Ministro que, con su propuesta “pedagógica” en materia de educación sexual, destruye completamente los principios esenciales de la educación, de la pedagogía que Don Juan Bosco puso como cimiento de sus obras y de los cuales ha nacido una muchedumbre de Karai en el mundo entero. Usted, casándose con la política “educativa” impuesta por las Naciones Unidas, está poniendo la base para que cinco siglos de historia, de cultura, de educación, que han formado, madurado, dando una luz nueva, un horizonte nuevo cargado de esperanza a nuestra gente, desaparezca en la nada inhumana de su proyecto “educativo”.

Señor Ministro, unas preguntas:

1.      ¿Conoce usted la diferencia que hay entre el concepto de persona y el de género? Y si lo conoce, siendo ex-alumno salesiano y ex-docente de la Universidad Católica ¿cómo se atreve a imponer el concepto de género para justificar cualquier clase de perversión sexual? No venga a decirnos que la ideología de género con sus fantasías, como la de “el derecho a la opción sexual”, etc. es razonable y respetuosa de la dignidad del ser humano. Por favor ¿qué ha aprendido en tantos años vividos en instituciones educativas católicas? El artículo que se publica en este número que lo compara a Usted con el Anticristo, nos parece muy adecuado a su persona.

2.      ¿Conoce usted el derecho natural? ¿Sabe que el derecho positivo, para ser objetivo y humano, no puede prescindir del derecho natural? Y si está al tanto de estos principios ¿cómo concebir lo que Usted y sus sostenedores llaman “derechos sexuales y reproductivos” con el derecho natural que desde la creación del hombre ha sido la brújula, la conciencia que ilumina el camino humano, un camino cargado de miserias, de abusos, de arbitrariedades, de violencia, pero HUMANO.

Antes del ocaso de la razón o del eclipse total de la misma a favor del hedonismo, antes que los genitales sustituyeran en la cultura de hoy, la cabeza humana, el pan era pan y el vino era vino. Es decir, a nadie se le cruzaba por la cabeza sustituir el concepto de persona, antropológicamente perfecto, para definir al ser humano con el principio de género, como a nadie se le ocurrió la confusión de los sexos, la legalización de la opción sexual. Lo mismo vale para el matrimonio y la familia.

La heterosexualidad, desde que existe el ser humano, ha sido y será (obviamente para quien usa la razón) el principio fundamental de cualquier sana antropología. Ciertamente, esta claridad de la naturaleza humana, estas leyes inscriptas en la autoconciencia del “Yo”, no han impedido que los hombres, volviéndose sordos a la voz de la conciencia hayan conocido y vivido cualquier clase de perversión. Pero una cosa es el comportamiento humano –todos somos limitados y sin la gracia de Algo más grande podemos volvernos bestias – y otra cosa es no reconocer o destruir la ontología del ser humano, los principios que hacen de un ser viviente un hombre.

3.      Usted parece muy acelerado en llevar adelante una respuesta equivocada a un problema real como es la violencia sexual, la discriminación, etc. Sin embargo, parece sordo y ciego delante del problema más grave y que en todo el mundo se llama “emergencia educativa”. Señor Ministro, ¿es prioritaria la educación sexual o la educación en sí, entendida como la capacidad de introducir a los chicos en el conocimiento de la realidad según la totalidad de los factores que la componen? ¿Le parece que a los chicos les interesa más el sexo o conocer, experimentar si la vida tiene un sentido último por el cual vale la pena vivir? ¿Es posible que aún no se haya dado cuenta que uno se quita la vida no porque no conoce todos los detalles del sexo, sino porque no encuentra a nadie capaz de ofrecerle un horizonte cargado de esperanza?

Parecería que Usted vive en las nubes. En lugar de hablar y de estar en su oficina, baje a las calles y hable con los jóvenes y pregúnteles: ¿cuál es el sentido último de tu vida? ¿Por qué vives? ¿Cuál es el motivo de tanto alcoholismo y drogadicción? ¿Por qué la fiebre del sábado a la noche? ¿Por qué tantos suicidios, por qué tanta depresión? Creo que cabizbajo se iría hasta la tumba de Don Bosco y le pediría perdón.

Señor Ministro, recientemente decía un chico: “qué me interesa la vida si nadie me ha comunicado cual es su sentido y si hay una razón última para vivir”. El famoso escritor Paul Nizan antes de suicidarse compuso su epitafio: “Tenía veinte años. No dejaré que nadie diga que es la edad más bella de la vida”. Por eso, en este contexto cultural dominado por el nihilismo, hablar de lo que Usted habla y ofrecer los programas de educación sexual con los cuales está muy preocupado, indican que ni Usted ni sus colaboradores están ubicados en la realidad, porque hoy en día a nivel juvenil, no está en juego el sexo sino el sentido mismo de la vida, la razón por la cual vale la pena vivir. Si Usted tiene hijos, ¿le parece que los problemas que afectan sus cabezas a nivel educativo son los del sexo?
Los problemas inherentes a una sexualidad anormal o depravada, origen de tanta violencia, son consecuencia de la falta de un significado último por el cual vivir. El hombre es relación con el Misterio y, sin la conciencia de lo que dice uno de los protagonistas de “Los Hermanos Karamasov” de Dostoievski: “Si Dios no existe, ¿sería yo capitán?”, en pocos años liquidaremos las generaciones futuras.
Señor Ministro, Don Bosco tenía clarísima una cosa: si los chicos no conocen que la vida es bella porque es relación con el Misterio, que la vida vale la pena ser vivida porque tiene un destino último; cualquier perversión es posible y son capaces de cualquier violencia. Don Bosco no vivió en el cuarto oscuro de un Ministerio sino en la calle, compartiendo todo, todo, con los chicos, dando la vida por ellos. Por favor, acabe con la demagogia y además recuerde que el derecho a la educación y a la creación de los programas educativos no pertenece al Estado sino a los padres. De lo contrario, volveremos al estalinismo comunista, castrista, chavista. Sobre este tema volveremos pronto.
Decían los franceses: “a la guerra, como a la guerra”. En esta materia nunca lo dejaremos dormir tranquilo, porque, como decía un gran educador “que nadie nos toque el derecho a la libertad de educación. Estamos dispuestos a andar desnudos por la calle antes que el Estado se permita pretender sustituirnos en el derecho de educar a nuestros hijos”. Ni el Estado, ni las escuelas, ni nadie, puede obligar a los padres a que sus hijos reciban en las escuelas, unas enseñanzas que vayan en contra de sus convenciones morales y religiosas, pues la educación sexual de los hijos, es un derecho básico, innegociable, irrenunciable e intransferible de los padres y debe ser impartida por ellos mismos, bajo su guía o por quien ellos, con plena libertad y conocimiento, deleguen el alcance de esa obligación.
P. Aldo Trento
VALOREN Y DISCULPEN

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