Por Zacarías Pane
A principios de 1991 corrió un fuerte rumor palaciego. El entonces presidente Andrés Rodríguez lo invita a recorrer el Chaco a Guillermo Caballero Vargas. El jefe del Estado resaltó la línea genealógica de su invitado, bisnieto del Centauro de Ibycui. Al parecer, se trataba de una propuesta personal para las futuras internas presidenciales coloradas.
Inmediatamente el comentario llega a la sede de la ANR. Se excita el aparato partidario. Juan Ramón Chaves y Luis María Argaña presidieron el partido en ese tiempo. Este último debido a un pedido de permiso de su titular y más tarde en abril de 1995 elegido presidente por el voto popular. Así se organiza la convención de julio de 1991.
Dos correligionarios redactan la propuesta, Carlos Podestá y Miguel Ángel Ramírez. Ambos fallecidos. El último de los nombrados hace tan solo una semana, de manera que nuestra última fuente se fue de este mundo sin darnos a conocer el motivo por el cual se resolvió introducir la antigüedad para acceder a cargos electivos en la ANR.
Este caso puede compararse, salvando las distancias, con la invasión norteamericana a Irak. Ante la duda de si este país poseía armas nucleares de destrucción masiva se lo ocupó militarmente. En nuestro caso, ante la posibilidad que un recién afiliado pueda presentarse en las internas se sacó de la manga el as de espada, es decir, la exigencia de antigüedad. En el apuro se pidió solo tres años para ser convencional y 10 años para la candidatura a presidente de la república. Esta rápida respuesta colorada a la supuesta intención de Rodríguez no terminaría con esta convención.
Al año siguiente, en la convención nacional constituyente de 1992 con notable mayoría colorada (55%) se impidió que Andrés Rodríguez pudiera presentarse como candidato de la ANR para un período más, incluso hasta cierto grado de consanguinidad y afinidad con miembros de su familia. El mentor fue, Luís María Argaña, el escriba Diógenes Martínez, y su paladín, Carlín Romero Pereira. Tanto la convención del partido de 1991 como la convención nacional de 1992 sin duda guardan una secuencia de orden político.
Nuestros lectores nos dirán si estamos en lo cierto o no.
Bien hecho tanto en 1991 y 1992, o sino el partido caía hace rato