Por Osvaldo Bergonzi
En el uno se trata de llegar a un consenso para presidir la Junta de gobierno para el siguiente mandato, y en el otro, se discute la antigüedad partidaria. Creemos que debemos llegar a un consenso respecto de quién presidirá la junta a partir del año que viene. Sin herir legítimas aspiraciones nos parece adecuado por el momento político que vivimos. Y así ponernos de acuerdo respecto de quien presidirá la junta y solo disputar los restantes cargos a llenar que son 89 bancas.
Esta sería una decisión inteligente pues los resultados electorales fueron el fruto de numerosos consensos entre los movimientos internos los cuales eligieron a los tribunales electoral y de conducta. Y los resultados se hallan a la vista. Nadie podrá negar que la artífice de sacarnos del pantano en que nos encontrábamos en abril de 2008 fue Lilian Samaniego. El triunfo de la ANR en las pasadas elecciones municipales fue arrollador. Quizá por eso su nombre va sumando adhesiones de varios movimientos internos.
Ahora, con relación a la antigüedad, la cosa se pone algo más candente. Antes de leer el estudio histórico del licenciado Víctor chamorro Noceda teníamos nuestras dudas. Pero después se nos aclararon muchas cosas. La tradición que perduró durante 104 años no fue la antigüedad partidaria sino lo contrario.
Cada cual debía probar en el ruedo o en la cancha sus merecimientos con tan solo ser afiliado a la ANR. Es decir, rigió una amplia apertura para participar y ser elegido en cargos partidarios y nacionales. No se exigía antigüedad. ¿Cual entonces la razón por la cual se introdujo en 1991 este requisito? Podrán leer en el título: LA VERDADERA RAZÓN POR LA CUAL SE ESTABLECIÓ LA ANTIGUEDAD EN LA ANR.