Por Cándido Silva
Aseveran connotados referentes de las diversas agrupaciones oficialistas y del opositor Patria Querida, que el Partido Colorado extendió de nuevo sus letales tentáculos hacia la Justicia Electoral, ciñendo con sus largas extremidades la voluntad del actual presidente del TSJE, quien, como es sabido, pertenece a los registros partidarios de la ANR.
Días atrás, el organismo rector de los procesos comiciales en el país, vía resolución suscrita por su titular, aclara que los sufragios emitidos para un determinado candidato que figura en los boletines de votos, en oportunidad de los comicios municipales del domingo próximo, serán computados exclusivamente para ese candidato y no para otro, aunque aquél haya declinado su postulación en favor de éste, tal cual aconteció en nuestra ciudad capital.
Ocurre que Asunción, el timorato candidato liberal a la Intendencia, Franklin Boccia, renunció públicamente a su candidatura en beneficio del aspirante de Patria Querida, Miguel Carrizosa. Hasta ahí todo de inmaculada candidez, excepto el morrocotudo baldón para la tradición y la historia del liberalismo paraguayo.
Pero el desistimiento de Boccia fue extemporáneo, hecho a destiempo, fuera del plazo establecido por el cronograma electoral vigente, razón por la que la abdicación de marras es meramente oficiosa, realizada sin la cobertura de las formalidades jurídicas del caso y, por ende, la candidatura del nombrado se mantiene firme a los efectos legales y ya dependerá de la buena voluntad de los liberales capitalinos el apoyar o rechazar al candidato no electo sino impuesto por el ala mayoritaria de la dirigencia superior del PLRA.
Y la materia gris de la insólita y heterodoxa coalición ideológica, con la celeridad que los caracteriza para hallar excusas a sus despropósitos políticos, “descubren” en la referida disposición de la justicia electoral la intromisión del coloradismo con vistas a auxiliar al candidato republicano y crear, a la par, “confusión en la ciudadanía”.
Primer pretexto a que echan mano los aliados ante un hipotético, y, para ellos, cuasi seguro revés comicial. Y la gente de pueblo, aquella interesada genuinamente en el provenir de su comunidad, se pregunta si aún no habían retornado de su excursión a la luna los señores apoderados de la entente (versados en asuntos legales y electorales) cuando los cerebros de sus respectivos Partidos acordaron la componenda omitiendo gansamente los plazos contemplados en el calendario electoral en vigor.
Un segundo pretexto al que apelan es el corroído y desacreditado argumento que perora que los colorados son “especialistas en dolos electorales y talentosos del oficio del fraude”, o sea que un eventual fracaso del triunvirato anti colorado, personificado por Carrizosa, Boccia y Canesse, fácil y vivarachamente se podrá achacar a los “manejos torcidos” de los colorados, declarándose ellos como ganadores éticos de la contienda cívica.
Los tumultos que protagonizarán los colorados en varios municipios importantes el día de los comicios, según la fértil imaginación del oficialismo de la hora y sus aristocráticos asociados, es otra de las evasivas a la que se enganchan los adversarios de la institución nacionalista, ignorando deliberadamente que en el año 2008, tras seis decenios ininterrumpidos de poder constitucional, el Partido Colorado reconoció prontamente su derrota y cuatro meses después, el 15 de agosto, transfirió pacíficamente los atributos del mando supremo de la Nación.
Y como olvidar el celebérrimo subterfugio de la hacienda del Estado “dilapidada” para apuntalar la campaña de los candidatos colorados. Este sí que es un alegato de peso para justificar un eventual traspié, pues es sumamente sencillo proclamar que los patrimonios de los gobiernos comunales administrados por los colorados fueron puestos sin dilaciones al servicio del o los candidatos de esa asociación política, en menoscabo de sus menesterosos antagonistas.
La verdad es que los pretextos y excusas que habitualmente esgrimen los rivales de la ANR para tornar menos afrentosa sus debacles en las urnas, son numerosos, no obstante citamos algunos de las estándares, cuatro en total, con los que no tienen acostumbrados los hoy situacionistas, vocablo aplicado por nuestros antepasados a los detentadores del poder de jure o de facto.
Finalmente y acallada toda la parafernalia proselitista del momento, en las noches del viernes y el sábado, previos a la jornada dominguera que promete ser memorable, los más de 1.700.000 republicanos que habitan la patria de los comuneros deberán, como los antiguos aspirantes a caballeros del Medioevo, velar armas en la soledad y el silencio del sacrosanto recinto de sus conciencias, para al despuntar el alba del día 7 salir a campo traviesa y aparejados con los pertrechos del combate -el amor a la Patria, la fidelidad al Partido, la devoción a la familia y la solidaridad con el semejante-, presentar bizarra batalla a los ocasionales contendores.-