Por Miguel T. Romero
El 14 y el 15 de Mayo son las fechas que, íntimamente unidas, deben ser preservadas como el tesoro fundamental de la existencia del Paraguay como República. Antes de 1811, cuando nos constituimos en Estado, ya éramos Nación y, aún más temprano, fuimos Pueblo después de haber sido Clan, Tribu y Raza.
El proceso va de guaraníes a paraguayos, una historia larga, a veces heroica y gloriosa, otras absurdas y estériles, mezcla de epopeya, cuento, gesta, novela y leyenda. De cualquier modo y en cualquier tiempo, siempre constituimos esa conciencia común que se llama Patria.
En consecuencia, el tiempo que corre entre el atardecer del 14 y la mañana del 15 de Mayo fue y debe seguir siendo sagrado para quienes tenemos en el alma el sentimiento elevado y noble que se llama patriotismo.
Es que en ese lapso, allá en 1811, se alcanzó la meta soberana de la Patria en forma de Independencia. Poco después, nos declararíamos República.
Esta evocación es en cumplimiento de un deber patriótico y es también una obligación que sentimos inexcusable para tratar de enmendar el error de haber suprimido, después de ciento ochenta años de vigencia, el catorce de mayo, como uno de los dos días de ”tabla y gala” que marcó una Asamblea Nacional para conmemorar la gesta emancipadora.
14 y 15 de mayo de 1811 fechas unidas e indivisibles para loar a la Independencia Nacional.