EPOCAS Y PERSONAJES


En esta página finalizamos el extenso capítulo de la obra de nuestro director titulada  LOS HEREDEROS DE LA ESPADA. Consideramos de suma importancia pues con lo ya  publicado queda bien en claro que el Brasil debe redimirse con el Paraguay. No solo lo decimos nosotros sino los irlandeses Michael Lillis y Ronan Fanning, autores de la obra CALUMNIA,  La historia de Elisa Linch, a ser presentada el  jueves 5 de noviembre a las 19:00 horas en la que fuera residencia de la biografiada.

 José María de Silva Parahnos, el encubridor

Corre el año 1966 en Asunción. La gente recibe una noticia sorprendente. Han sido apresados altos funcionarios del gobierno del general Alfredo Stroessner en la frontera de los Saltos del Guairá. Séte Quedas  la llaman los vecinos. El mandatario paraguayo lleva 11 años y medio en el poder y debido a presiones de los Estados Unidos inició una apertura democrática convocando a una convención constituyente para el año siguiente. Cuatro partidos políticos aceptan la invitación. Ni se sueña que este general gobernará tantos años. Por ese motivo existe un ambiente político distendido. Por eso la repulsa respecto de los hechos se generaliza en todos los ámbitos. En el congreso funciona una cámara de representantes elegida en los comicios del año 1963,  en que participa por primera vez luego de la subida al poder de Stroessner, un sector del Partido Liberal liderado por los hermanos Carlos y Fernando Levi Rufinelli. El segundo de los nombrados es un formidable orador, brillante escritor e ilustrado abogado.

Los altos funcionarios permanecen presos en una localidad brasilera de frontera llamada Puerto Renato. El canciller Raúl Sapena Pastor va y viene del palacio de gobierno. Stroessner se comunica con algunos de sus compañeros de promoción cuando fue a estudiar al Brasil, entre ellos, uno que llegará a presidente, el General Figueiredo. A los brasileros les vendieron un enorme buzón algunas consultoras internacionales, especialistas hasta hoy en establecer diagnósticos de dudosa factura para embolsar mucho dinero. Les dijeron que los saltos valen oro. Que su potencial es incalculable. De manera que hay que apoderarse de ellos a como de lugar así se lo tenga que apresar al propio Stroessner o invadir el Paraguay.

En 1872,  los brasileros lo vetan  a José Falcón, un ex canciller  de los dos López que exhibía documentos tras documentos que probaban incuestionablemente los legítimos derechos del Paraguay sobre los saltos a más de sus inmensos territorios. Le ordenan al presidente Salvador Jovellanos  que quede el comisionado no vetado y ya comprado por ellos. Así, queda suscripto a punta de las bayonetas de un ejército de ocupación, el tratado Loizaga – Cotegipe. Se estipula que más tarde los comisarios designados por ambos países procederán a colocar los hitos. El Paraguay lo designa comisario de límites  al ex marino, coronel asimilado José Antonio Ortiz, héroe de la guerra pasada. Pero pronto surge un enfrentamiento con su colega brasilero debido a que el arroyo Estrella posee dos pequeños tributarios. A pesar que el tratado – ya en sí un criminal despojo del Brasil al Paraguay – expresa cual de los dos debe tomarse como límite, el comisario del Brasil se empecina por lo contrario luego de informar a José María de Silva Parahnos que con ello se obtendrían de yapa 300.000 hectáreas más. El gobierno paraguayo se ve obligado a ordenarle a Ortiz que acepte la fórmula. (Informe del coronel José Antonio Ortiz.)

No contentos con los 70.000 kilómetros cuadrados robados se llevan unos ciento de miles de hectáreas para limpiar el plato del resto del despojo. En su informe, Ortiz declara que los saltos corresponden a ambos países como establece el tratado y que el comisario brasilero aceptó colocar los hitos conforme a ello. Sin embargo en 1966 informan lo contrario y apresan a funcionarios paraguayos a más de apoyar su acción con un cuerpo de ejército armado hasta los dientes. A duras penas se logra la libertad de los apresados. El Brasil poco después plantea  resolver la cuestión por vía diplomática luego que el episodio llegara a las Naciones Unidas y donde el secretario general –  El Birmano U Thant. –  les informa que no se aceptará un nuevo despojo.

El doctor Raúl Sapena Pastor elige su comitiva para reunirse con su par brasilero. Es imperiosa la necesidad de llevar a un combativo orador. Así surge el nombre del diputado liberal Fernando Nando Levi Rufinelli. Desde las primeras reuniones llevadas a cabo en la ciudad brasilera de Foz de Iguazú, Fernando lanza bombas de grueso calibre. Desmenuza el tratado, exhibe la firma del comisario brasilero colega de Ortiz, los informes de éste y otros documentos. En un momento los arrincona a los delegados del imperio en el cuadrilátero, entre tanto Raúl Sapena trata de suavizar el ambiente bastante caldeado.  Pero se trata de un valor entendido entre el canciller paraguayo y su fogoso diputado. Cuando aquel le hace una seña, Levi Rufinelli ataca a fondo y luego le hace otra para que los adversarios se tomen un resuello. Así estaban las cosas cuando  los brasileros reciben un informe de especialistas hidroeléctricos que le dicen que los saltos no valen nada, absolutamente nada. – ¿Cómo que no valen nada?, preguntan los brasileros exhibiendo los gruesos volúmenes de los vendedores del buzón. Los especialistas le aclaran que lo que vale miles de millones de dólares no son los saltos en sí sino la diferencia enorme de cota existente entre éstos y la ciudad de Foz de Iguazú, justamente el lugar donde se estaba a punto de llegar a los puños. Sí, así es, le recalcan, las aguas son las que valen y no los saltos, como lo señalará más tarde en un libro el doctor Efraín Enríquez Gamón. Vaya fatalidad, las aguas pertenecen al Paraguay en un 50%. ¿Cómo arreglar las cosas ahora luego de haber invadido su territorio y apresado a sus autoridades?, se preguntan los brasileros. Itamaraty acerca la solución. Hay que hacer un giro de 180 grados y pedir disculpas, entre tanto sugiere devolver algunos pocos trofeos de la guerra como la espada del Mariscal tomada en Cerro Corá. Por su parte el nieto de José María de Silva Paranhos, tercer Barón de Río Branco, pide que la colección robada por su abuelo en Asunción y Piribebuy  así como el libro de oro donado por las damas paraguayas al Mariscal se devuelvan. Se firma el acta de Foz de Iguazú muy favorable al Paraguay en el caso de una futura explotación hidroeléctrica. Lanzan así el dulce los muy pícaros, a sabiendas de los resultados de los últimos estudios hídricos. Levi rufinelli se queda con la boca abierta y le hace un guiño al Canciller Sapena y este le devuelve el gesto meneando la cabeza. En cierto modo ambos fueron los artífices de aquel encuentro y demostrado mucha solvencia. (Nota del autor: Estos datos les han sido proporcionados por el propio doctor Fernando Levi Rufinelli en vida cuando ambos trabajaran juntos como profesionales abogados durante 5 años de 1984 hasta 1989, fecha esta última en que este autor fue electo – luego de la caída de Strossner – diputado nacional.)

Stroessner es invitado al Brasil. El embajador de ese país se convierte en su alfombra. Qué no hacen para ganarse el aprecio perdido. La Argentina por su parte, le informa a Strossner a través del recién electo presidente como fruto de un golpe de Estado, general Juan Carlos Onganía, que el río Paraná en adelante quedará libre de prácticos argentinos. Un concurso de méritos pues Yacyretá está igualmente en la mira. Pero pasará el tiempo. Lo logrado en Foz de Iguazú se convertirá en letra muerta pues nuevas interpretaciones con sobornos de por medio permitirán al coloso brasilero quedarse con las ganancias y otorgarle al Paraguay las migajas. La misma política de siempre. Si no se puede por la fuerza, se echa mano del oro o del dólar. Así se apoderaron de media Sudamérica.  ¿Quién es el fundador de esta política tan ruin, rastrera y tan poco fraterna? Su nombre brilla como un lucero hasta hoy: José María de Silva Parahnos.

Este personaje de cuna relativamente humilde nace en la ciudad de Bahía en el año 1819. Ligado con familias de uniformados llega a enseñar en la escuela militar. Allí se conecta con gente influyente que admira su talento pues el hombre no es de pocas luces, al contrario, se nota en él un natural talento para la letras, la política y sobre todo la diplomacia.

Tiene su primera oportunidad en el conflicto surgido con el restaurador Juan Manuel de Rosas. Se convierte a los 33 años en el artífice del derrocamiento del gobernador argentino porque ha sabido gestar traiciones y alianzas con Justo José de Urquiza, Bartolomé Mitre y Venancio Flores. Esto le vale el aprecio del emperador Pedro II. Desaparecido Rosas el gobierno le ordena regresar al río de la plata pues la misión Oliveira al Paraguay de 1855 ha tenido un rotundo fracaso. Nuevamente allí hace contacto con sus viejos conocidos de Monte Caseros. La tarea le resulta más fácil por la confianza que inspira. Su escuela es hasta si se quiere de ternura. Es un lobo disfrazado de oveja por eso es tan atractivo. Pero cuando alguien se percata que se trata de un lobo y no de una oveja, por lo general, o es un hombre muerto o políticamente muerto. A Carlos Antonio López se lo metió en el bolsillo y lo arrinconó entre las cuerdas hasta lograr la firma del convenio de navegación que le permitió al imperio llegar hasta la ciudad de Corumbá. En estas ocasiones ya le acompaña su hijo del mismo nombre en calidad de escribiente y secretario. Este con el tiempo logrará que nadie se entere que es un lobo sino siempre una Oveja como le demostrará a Bolivia con el tratado de Petrópolis que le permitió a su país birlar ricos territorios sin disparar un tiro mostrando su rostro encantador y pasando bajo la mesa los sobornos.  Por eso él y no su progenitor, se convertirá con el tiempo en el padre de la diplomacia brasilera aunque éste nunca perderá su aureola de propulsor.

 Más tarde, Parahnos logra una alianza contra el Paraguay pero a costa de mucha sangre no prevista de antemano. Tiene por eso sus altibajos como los tuvo al principio durante el conflicto con el gobierno blanco del Uruguay. Así sucederá con el Paraguay. Pero el emperador al resignarse de perder a Caxias y a Osorio al frente del ejército a principios de 1869 y nombrarlo a su yerno, echa mano del único a quien confiar a una criatura malcriada como Gastón. Ese es Parahnos, el hombre del lenguaje dulce, siempre con la palabra oportuna. Si el príncipe le dice algo inconveniente  o inoportuno en sus cartas, él las traduce en sentido contrario y le hace creer que la iniciativa provino de su remitente. A los militares les levanta el ánimo pues la ida de Caxias y Osorio casi desbandó al ejército como señaláramos. Por eso juzga que la presencia del príncipe es un aliciente, nada menos que el representante directo de Pedro II. Esto levanta la moral en parte. Pero cuando la criatura malcriada llega y ejerce su poder Paranhos se preocupa. Sus aliados observan o comentan las masacres como más tarde las reseñará, José Ignacio Garmendia. Asimismo recibe la correspondencia privada del emperador. Este no es como Sarmiento que escribe y se inculpa públicamente sino que lo hace bajo cuerdas a través de sus intermediarios. Esto constituye una póliza de seguro. Si Caxias gracias a la complicidad llega a Duque, él llegará a vizconde. El emperador sabe acallar con premios a quienes conocen sus secretos. Elige a dos. El uno le sale  respondón. Se trata de un anciano con presillas bien ganadas y un prestigio militar a prueba de bombas como lo demostró gallardamente en Ytororó y Avay. Pedro II, ya le fue tomando ojeriza cuando Paranhos le informó que el 30 de agosto de 1868, Caxias le planteó que interceda ante el emperador para que se firme la paz con el Mariscal dado que Humaitá, Isla Poi y San Fernando habían caído, y el Paraguay, tras perder una enorme cantidad de efectivos, le fueron arrebatados más de 300 bocas de fuego de diversos calibres. López no va a poder negarse a ver esta realidad. Se le debe dar el escape con alguna dignidad, rezan sus palabras. (Carta de Caxias a Paranhos. Hace 100 años. Obra citada.)

El monarca al escuchar esto siente repulsión pues está decidido a exterminar al Paraguay. Caxias se percata de ello. Hizo su sondeo con esa carta y luego observó la conducta de Juan Manuel Mena Barreto en Avay cuando ordenaba la matanza de niños y ancianos rendidos. Su decisión de declarar terminada la guerra fue muy acertada pues con ello salva su reputación de soldado pundonoroso. Pero Caxias es Caxias, un hombre con prestigio político ganado, respetado y de abolengo, en cambio Paranhos proviene de un hogar humilde, un hombre hecho a sí mismo con mucho sacrificio que debe soportar cualquier cosa para continuar flotando. Acepta su papel de pato feo en medio de la corte y decide, quizá contra su voluntad, continuar apoyando al Ángel de la Muerte a quien respeta profundamente dada su condición de príncipe de una casa real que hasta hace poco reinaba en Francia. Pero después de Piribebuy se percata que el príncipe no solo es un sanguinario sino también homosexual. En ese momento se da cuenta de la relación con Mena barreto, porque a partir de los sucesos de Piribebuy lo arrincona a Gastón de Orleáns y sugiere con suma sutileza dejarle al General Cámara la terminación de la guerra mientras aquél (Gastón) pide encarecidamente regresar a Río de Janeiro declarando terminada la guerra quizá perseguido por las almas a las que inmoló. Esto lo encoleriza al emperador e indica a Paranhos que no lo deje partir a su yerno pues en la capital carioca hay mal ambiente contra él. Tal el drama de la familia real. Hay que terminar con López lo más rápido posible y el nuevo comandante nombrado es un cero a la izquierda. Por eso se marcha Osorio, lo de su herida fue una excusa. Osorio, no se halla dispuesto a continuar en relación de dependencia a un sujeto como Gastón de Orleáns. Con todo gusto sirvió a las órdenes de su amigo Caxias, pero a este príncipe llegado al generalato por decreto real no está dispuesto a servirlo. Aquí la presencia de Parahnos juega un papel muy importante. Organiza el gobierno provisorio de Asunción con elementos al servicio del Brasil. Logra que, Francisco Pancho Decoud, correveidile de la argentina, sea dejado a un lado mientras el representante de ese país, Doctor Pérez, insulta al auditorio que elige en el viejo teatro el nuevo triunvirato encargado en adelante del gobierno del Paraguay. Pero de nada sirve su intervención pues el Mariscal sigue en la lucha. No obstante, Paranhos sugiere a los elegidos a participar en la etapa final instando a sus compatriotas que todavía permanecen fieles a López a pasar a sus filas prometiéndoles  que serán atendidos como se merecen. La fórmula da resultados y muchos desertan, no precisamente por ser  traidores sino por el hambre, pero que por el  temor a ser degollados les impedía pasarse al enemigo, pues estos, luego de rendirse como le advierten los que vieron las matanzas, los pasarán por las armas. El plan de exterminio de los brasileros en la etapa final actúa en su contra. Si uno va a morir es preferible hacerlo por su patria, habrán supuesto muchos, dado que una vez rendidos lo mismo los conducírian al patíbulo.  Esta quizá sea la gran labor de Paranhos. Pero fue encubridor de los crímenes y por eso debe estar en el banquillo de los acusados. Su correspondencia privada con el emperador se halla hasta hoy oculta, de modo que estas afirmaciones deben ser tenidas como verdad hasta que no se demuestre lo contrario. Pero eso nunca ocurrirá puesto que el Brasil ha resuelto guardar hasta el fin de los tiempos dichos documentos. Por otra parte, el Diario do Ejército,  jamás fue bibliografía de historiador alguno pues sus relatos de la guerra constituyen un encadenamiento de engañifas, demostradas por propios autores brasileros como el caso del general Dionisio Serqueira, entre otros. Así, el padre de la diplomacia brasilera proviene de esta simiente. Finalmente se hallan incursos en el encubrimiento todos los gobiernos brasileros desde enero de 1869 hasta la fecha en que se escribe este libro (2009),  debido a que han ocultado premeditadamente los documentos más de 100 años. Hasta Rusia abrió sus archivos y así se pudo comprobar la muerte del Zar, de su familia y desenterrar sus restos, así como las demás pruebas de las tropelías cometidas por los marxistas contra millones de personas. Además, una cantidad inmensa de documentos paraguayos se hallan hasta hoy en poder de sus ladrones así como cañones, armas diversas y banderas, trofeos de guerra no devueltos al Paraguay.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: