Los candidatos a miembros titulares y suplentes de los Tribunales de Conducta y Electoral del Partido Colorado, surgidos del consenso de varias corrientes domésticas que militan al interior de la asociación política, no ofrecen reparos en sus respectivas trayectorias de vida, ya que todos ellos son respetados ciudadanos que se destacaron, y continúan destacándose la mayoría, en los quehaceres partidario, profesional, intelectual y público.
Por Cándido Silva
De la frondosa nómina de mujeres y hombres brillantes que galardonan el envidiablemente millonario registro de afiliados de la ANR, estos 20 nombres escogidos en la convocatoria presidida por la titular de la Junta de Gobierno, acumulan sobradamente las exigencias estatutarias para ser designados jueces partidarios por la Convención Extraordinaria; es más, representan la garantía de equidad que debe adornar la actuación del arbitro neutral subordinado a la majestad de la justicia y consecuente con los universales preceptos de la ética.
Solamente el abanderado del nacionalismo paraguayo, el Partido Colorado, puede darse el lujo de contar en sus filas con varones de la talla de Carlos Romero Pereira, José Antonio Moreno Rufinelli, Numa Mallorquín, Carlos María Ocampos Arbo (compañero de tareas), Esteban Ojeda Saldívar, Osvaldo Bergonzi (nuestro director), Atilio R. Fernández, Bernardino Cano Yegros, Washington Aswhell, Luis Enrique Chase Plate, Blas Chamorro, Vicente Battaglia Doldán, Luis González Arias, Rigoberto Zarza, Julio César Frutos, Mauro Torres y César Ignacio Riquelme.
Mención distinguida y en cursivas, nos complacemos en mencionar a las representantes de la abnegada y combativa mujer colorada, las señoras Elisa Ruiz Díaz y Elisa del Rocío Fernández.
¡Qué soberbio plantel de notables! Si bajo la responsabilidad de ellos estuvieren el juzgamiento de los comicios internos y la valoración de la conducta de los afiliados, las seguridades excederán y la confianza renacerá.
Sin embargo, no puede descartarse que con el correr de los días y las semanas previas a la reunión de la suprema autoridad partidaria, otras individualidades de homóloga estatura curricular a los ya postulados, se sumen a la lista de virtuales magistrados partidarios, lista que debe permanecer abierta hasta la apertura misma de la magna asamblea, dado que serán los delegados convencionales los que en puridad propondrán, votarán y elegirán a los nuevos integrantes de los Tribunales colorados, a sugerencia, claro está, de los movimientos internos.
Mas, habrá que considerar que en estos tiempos de llanura, muy diferentes a la época del pujante oficialismo, tal vez podrían emerger y manifestarse delegados convencionales no comprometidos con sector doméstico alguno y con pensamientos exclusivos respecto a las personalidades que deberán ocupar tan encumbradas dignidades partidarias.
Probablemente sea el momento oportuno para tentar transformar esa longeva práctica en la que los delegados convencionales se constituían en simples voceros de los líderes, principalmente de aquellos cómodamente apoltronados en privilegiados círculos gubernativos, certificando con la docilidad de sus votos la voluntad ajena, sin descartar, obviamente, su franca simpatía para con los afanes de sus jefes políticos.
En otros términos, es verosímil, aunque aparente remoto todavía, que determinado convencional o grupo de convencionales opten por presentar a las plenarias nóminas propias de candidatos, confeccionadas en completa independencia y libre de influjos o imposiciones. De forjarse este revolucionario presupuesto, sería una evolución cualitativa de la institucionalidad, atendiendo que de ese modo los componentes de la máxima jerarquía partidaria estarán desempeñando a conciencia su cometido estatutario.
Lo expresado, entiéndase, no desmerece ni deslegitima el derecho de los movimientos a aproximar sus propuestas a través de los delegados convencionales adeptos, pues es un arbitrio que no riñe con la licitud de las normas y reglamentos. Lo que se aconseja es que eventualmente los asambleístas obren con criterio emancipado, una suerte de alternativa innovadora y edificante que vigorizará los órganos del Partido, robustecerá su perfil democrático y tonificará su carácter de asociación de hombres libres.
Aguardamos que esta sugerencia, formulada con espíritu progresista y vanguardista (mera coincidencia con la denominación de dos tendencias fraternas) no enfade a ningún correligionario, visto que se la expone despojada de reprensiones, que, aclaremos, no viene al caso, más bien como un modesto y sincero aporte dirigido a perfeccionar con gradualidad la complexión de una entidad pletórica de laureles gracias, justamente, a la lealtad ejemplar, el coraje cívico y la lucha incesante de su aguerrido pueblo.
Ah, que no se olvide solicitar con la tesis de la concordia partidaria y deferente formalidad, la dimisión de los actuales miembros de ambos Tribunales, que con claroscuros pero con fervor republicano ejercen el mandato que les confiriera la Convención.-
Estimado Osvaldo:
No entiendo que es lo que al final propone el articulista. Sea cual fuere su propuesta, y dado que conocés mi trayectoria partidaria que data de la época en que juntos cursábamos aun nuestros estudios secundarios, sin tener siquiera los 18 años de edad, los miembros del Tribunal de Conducta en ejercicio del mandato de la última Convención partidaria, estoy seguro que no vamos a tener ningún reparo en coadyuvar con cualquier iniciativa de las autoridades partidarias tendientes a lograr la unidad partidaria, tal como fue gestada el 27 de octubre de 1956. También nosotros fuimos propuestos en su momento por consenso de las distintas corrientes internas y la Convención del año 2007 la aprobó con el voto unánime de los Delegados Convencionales. Durante nuestro mandato creo que cumplimos con alto sentido de responsabilidad con el cometido de administrar con el suficiente tacto y prudencia las encrespadas aguas de nuestra política interna. En mi caso particular estoy seguro que la opinión de los correligionarios honestos -los que comprenden debidamente los fines de nuestra centenaria asociación que no han buscado jamás especular con sus cargos para su beneficio personal o de determinados miembros de grupos o sectores- van a manifestar su conformidad con nuestra gestión. Además, en política hay que trabajar con la finalidad de dignificar la labor de los políticos,y eso se logra cuando la praxis está orientada hacia la búsqueda del camino para el BIEN COMUN. No anhelamos que el Partido Colorado reconquiste el poder para la venganza o el asalto a las arcas fiscales o el abuso de los cargos políticos o administrativos. Si hay quienes piensan que el Partido Colorado debe volver a caer en los vicios de otras épocas creo que es mejor mantenernos en la llanura PERO CON DIGNIDAD. Queremos que nuestra gloriosa institución republicana vuelva al poder para continuar con su destino de continuar forjando el ORDEN y el PROGRESO DEL PARAGUAY. Con el afecto republicano de siempre
HUMBERTO ZARACHO
Humberto:
Creo que el articulista no pretende ofender a quienes fueron en su momento elegidos por consenso en abril de 2007 como el caso tuyo. Solo que los acontecimientos políticos cambiaron y los movimientos internos resolvieron consensuar de nuevo. A mi juicio el TC no debió cambiarse pues no pesa sobre él falta alguna. Al contrario, ustedes han cumplido una labor muy buena al evitar las expulsiones en un momento que necesitamos de todas nuestras fuersas. Quizá la idea del cambio se extendió y afectó tambien al TC. No obstante, lo que el señor Silva quiere destacar que el partido tiene a muchos afiliados de tu categoría. Nada menos que 160 nombres se presentaron. Qué partido se puede dar ese lujo. En suma, a mi modo de ver, el cuello de botella nunca fue el TC sino el TEP. Eso es lo que cuestionaron los movimientos internos pero que lamentablemente se extendió al TC. Con esta aclaración creo haber cumplido contigo, viejo amigo de más de 50 años. Aprovecho esta ocasión de pedirte tu colaboración en nuestro semanario. Hemos publicado uno y estamos esperando los restantes. Recibe un fuerte abrazo de tu amigo de siempre. Osvaldo Bergonzi